Los alumnos del Conservatori Superior de Música de les Illes Balears continúan con sus clases y ensayos en casa entre las quejas de los vecinos, pero también con aplausos por animar el confinamiento | R.D.

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Desde el curso académico 2018-2019, el Conservatori Superior de Música de les Illes Baleares cuenta con una plataforma digital que permite a alumnos y profesores seguir con la actividad académica pese a las medidas de confinamiento derivadas del estado de alarma. Además de las clases online, cada alumno practica varias horas al día, lo que en algunos casos les ha supuesto las quejas de los vecinos, aunque otros les han obsequiado con aplausos.

Leila Akaârir, de 22 años y estudiante de 4° de Grado Superior de Interpretación (piano), explica que ensaya por la mañana y por la tarde todas las horas posibles con un piano alquilado de gama baja. «Hemos tenido numerosas quejas de los vecinos de al lado, incluso llamaron a la policía aunque tocásemos en horario diurno. Mis otros compañeros tocan instrumentos de viento, uno el saxo y los otros dos bombardino, con lo que silenciar completamente el sonido es imposible. Debido a eso, hemos tenido que reducir el tiempo de estudio a unos mínimos que considero insuficientes para llevar el ritmo normal del curso. En cuanto a las clases online, dependen muchísimo del profesor y de la asignatura. Los profesores, sin duda, están intentando hacer su trabajo lo mejor que pueden, pero considero que de ninguna forma se puede, de forma no presencial, llegar a asumir los conocimientos que deberíamos en nuestros cursos y estar preparados para un recital de final de carrera».

Jaume Rosselló, de 23 años, cursa doble grado en 1º de Composición y 2ª de Guitarra Jazz y grado en Guitarra Clásica. «Estudio en mi casa, en Porreres. Los vecinos están acostumbrados a escuchar música proviniendo de mi casa. Vengo de una familia de músicos y, por lo tanto, hace ya muchos años que los vecinos conviven con ello. La situación del confinamiento no ha sido en este caso una novedad. De todos modos procuro no exceder las 22 o máximo las 22.30 horas como mucho. En mi caso, las clases online han resultado ventajosas y todo, ya que soy muy autodidacta y esta situación me ha cedido un mayor espacio».

Las clases on line se han convertido en una alternativa provisional.

Inés Burguera tiene 22 años y cursa 3º de Musicología. «Mi carrera no se basa en tocar ningún instrumento, aunque toco el piano cuando me apetece, en mi casa y no molesto a ningún vecino». En cuanto a las clases online comenta: «La mayoría muy bien, pero hay profesores que no las dan. Los que sí nos dan hay veces que la conexión falla y hay que repetir más las frases por ese motivo. Lo mejor es que nos podemos levantar más tarde y como no tenemos que coger el coche, no hay que perder tiempo en ningún atasco».

Aina Forteza, de 22 años, se encuentra en el 4º curso de Pedagogía Musical, explica su día a día: «Normalmente ensayo por las tardes, ya que por las mañanas tengo clases y lo hago en mi habitación. En general la mayoría de clases son teóricas, pero también ensayo piano, coro y educación vocal y le suelo dedicar tres o cuatro horas al día. De momento los vecinos no se han quejado. A mí me cansan más las clases online por tener que estar delante de una pantalla durante tanto tiempo, pero en estas circunstancias, con todo lo que está pasando, tampoco podemos pedir más».

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Laura Fernández, de 22 años, cursa 5º grado de la Especialidad de Voz (canto clásico) y Pedagogía Musical. Comenta que estudia todo el día: «Por la mañana estudio canto y dedico unas horas al Trabajo de Fin de Estudios (TFE) de Pedagogía Musical. Y por la tarde, si no he tenido clases online por la mañana, estudio canto un par de horas o avanzo con el TFE, depende del día. En cuanto a los vecinos, no tengo queja. Es más, a veces me pongo a cantar en el patio y llego a recibir algunos aplausos». Respecto a las clases online, Laura opina es «muy difícil hacer música a distancia. Se echa de menos sentir la respiración de tu pianista, los silencios y la escucha en el trabajo de cámara en el proceso de creación de la obra».

Joan Frontera es el ‘veterano’ de los entrevistados. Tiene 33 años y cursa 4º de Piano Jazz. «Estudio y practico cuando puedo. Tengo un bebé de un año y tanto yo como mi mujer seguimos trabajando y ahora no podemos contar con los abuelos para que nos ayuden con la niña. En cuanto a la clases online, no es lo mismo, las asignaturas que son teóricas van bien, pues viene a ser lo mismo que una clase presencial, pero añoro tocar con músicos y eso incluye las clases de instrumento, no es lo mismo y en mi opinión es un proceso insustituible».

Joan Frontera está cursando 4º curso de Piano Jazz.

José Manuel Vázquez, de 20 años y estudiante de 3º de Bombardino, explica que «en casa somos cuatro músicos y los cuatro estudiamos, así que hemos tenido que ir adaptándonos. En un principio no nos llegó ninguna queja por parte de los vecinos. Nuestro horario de interpretación siempre ha respetado las horas de descanso, es decir, nunca hemos tocado entre las ocho y media de la tarde y las nueve de la mañana, ni entre la una y media del mediodía y las cinco de la tarde, la hora de la siesta. Aun así recibimos quejas de los vecinos que comparten algunas paredes con nosotros. Intentamos explicarles nuestra situación, nuestro curso no ha parado y tenemos que seguir un ritmo de estudio, pero no debió servir de mucho porque al día siguiente se presentó la policía en nuestra puerta», recuerda.

Guiomar Sanz, de 23 años y alumna de 4º Superior de Obóe, está teniendo más suerte con los vecinos: «Siempre ensayo en mi habitación para no molestar en casa y que no me molesten a mí. No he recibido ninguna queja de mis vecinos porque toco en horas decentes: no toco antes de las 10 y respeto también el horario de las siestas. Además hice un mini concierto en la terraza para ellos después de los aplausos de las 20:00 h. de la tarde».

Guiomar Sanz tiene 23 años y estudia Obóe.

Boy Bol es un estudiante holandés de Erasmus de 22 años que está cursando 3º de Guitarra en estos momentos. «Normalmente estudio mi guitarra 3 ó 4 horas al día. A veces es difícil mantener un ritmo para estudiar, porque estás todo el día en casa. Creo que es muy chulo que algunas clases pueden continuar por videollamada y otras con trabajos. Prefiero las clases presenciales en el Conservatorio, pero las clases virtuales son una solución muy buena por el momento, dadas las circunstancias, así que la vida puede continuar más o menos como normal en estos tiempos de crisis sanitaria. Me he quedado en Palma, porque tengo todo mi material para estudiar aquí y además cuando el estado de alarma comenzó había más contagios en mi provincia en Holanda que en Baleares y eso me animó a permanecer aquí».