Toni Bauzá explica que además de esos 700 menús, reparten también 250 dotaciones diarias para toda la semana que se llevan las familias sin recursos a sus casas. | Click

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Nos pasamos este miércoles por el comedor social Tardor, donde la actividad no cesa, pues a más tiempo de duración del coronavirus, los problemas se acrecientan, ya que algunas de las firmas que colaboraban con ellos han cerrado, «pero, afortunadamente, seguimos contando con la solidaridad de la gente de la calle. Nos lo decía Toni Bauzà, responsable del centro. Tardor cuenta con la colaboración de ocho o diez voluntarios, «que se merecen un monumento por lo que hacen, por la forma desinteresada en cómo lo hacen y por lo que se exponen estando en contacto con la gente y pisando la calle. Ellos son los que nos animan para que sigamos aquí». Y al decir gente de la calle no quiere olvidar tampoco a la Fundació Calonge, Fundación Barceló, Mallorca Sense Fam, ABSI, Yatchting Gives Back y tantas otras entidades, empresas, particulares...

«Yo no los he visto»

«En cambio, lo que sí me llama la atención es ver que la Iglesia no está mucho en esto. No se la ve en esta tragedia. Sí, puede que curas y monjas recen en sus templos y conventos por los que estamos cerca del coronavirus, pero en la calle, formando parte del voluntariado, no se les ve. O al menos yo no los he visto. Es más, la Iglesia echó a los Templarios de Cas Vicari, donde realizaban su labor solidaria, a los que ahora les hemos hecho un hueco aquí, en el comedor, para que sigan llevando a cabo su misión, que no es otra que dar de comer a otras personas que nada tienen que ver con las que habitualmente vienen por aquí. Por ello –añade–, y volviendo a la Iglesia, me temo que no cumplen con la parábola del samaritano, que es el mayor ejemplo de amor y caridad… Aparte de que los templos están cerrados desde que se declaró el estado de alarma».

«También pienso –continua– que podría haber cedido, o ceder, que aun están a tiempo, conventos de monjas y frailes semivacíos, que los hay, para que sean ocupados por los sin techo, o por los asintomáticos, como han hecho algunos hoteleros. De verdad que no me explico esa actitud de silencio, de haberse auto eliminado, quedándose al margen de esta tragedia… Sí, ayuda a Cáritas, pero, sinceramente, creo que podría esforzarse un poco más, al menos podría estar más presente en este drama que estamos viviendo todos. No basta con rezar, hay que actuar. Hay que estar más en la calle, al lado del que sufre… Que por cierto –añade–, es mucha la gente que sufre».

«Basta, sino, con darse una vuelta por Son Moix, Son Pardo, Sant Ferran o Ca l’Ardiaca, y ver la cantidad de personas de ambos sexos que hay en esos lugares, abiertos por Ajuntament y Consell, y que funcionan gracias a la buena gestión que están llevado a cabo Mari Carmen Zafra, Johny Darder y Estitxu… Hombre, lo suyo hubiera sido ver en qué estado de salud llegaba esta gente a estos albergues, pero por lo menos están ahí. Como tampoco nos podemos olvidar de la gente en el Parque Pokemon, al final de las Avenidas, frente al mar, alrededor de unas 30 personas, que vienen a comer aquí, o las que se encuentran en la cárcel antigua, a quienes les llevan comida la Cruz Roja, los evangelistas, nosotros y algún que otro empresario de forma voluntaria. Y luego están los que pernoctan en cajeros de bancos, bajo el puente de la autopista, los que viven en coches… Es, como digo, una gran tragedia. Algo que nadie podía imaginar. Y lo peor, es que puede ir a más».

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700 menús diarios

Otra de las cosas que se contemplan desde un comedor social al que, como desde este en concreto, de las 2.768 personas inscritas, se dan al día más de 700 menús completos preparados para llevar (merienda, comida y cena), más otras 250 dotaciones diarias para toda la semana que se llevan las familias a sus hogares y 38 más para Inge, en General Riera, «lo que evidencia que cada vez hay más gente que tiene menos, o que se queda sin nada –apunta Toni–».

«Y todo esto ocurre ante la actitud de ciertos políticos de nuestra comunidad, que se aferran a no rebajarse sus emolumentos a favor de las víctimas del coronavirus, y más en tiempos en los que no trabajan, o que trabajan menos que cuando dicen que trabajan, lo cual deja mucho que desear. Y en esto excluyo a los del PI, Més y Podemos, que sí han dicho que se lo rebajan voluntariamente».

Y en vista de la que se avecina, «cuando nada será igual a lo que ha sido hasta ahora, visto lo visto, más que políticos, asesores y enchufados, este país necesita gestores, personas que sepan gestionar la situación lejos de ideologías, sin echarse en cara errores cometidos en el pasado, o en el presente».

«De lo contrario –dice–, esto será un infierno, con una clase poderosa y otra sin nada, lo cual derivará en robos, saqueos, okupaciones de vivienda… Violencia, en una palabra. Y eso se tiene que contemplar desde ya, porque, como digo, nada va a ser como lo que ha sido hasta ahora».