Antoni Costa creció en un ambiente donde se respiraba fotografía y de ahí nació una afición que con el tiempo le ha llevado a ser también su profesión. | Antoni Costa

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Antoni Costa Fiol (Palma, 1967) trabaja desde hace doce años desde una perspectiva institucional en el Servicio de Comunicació, Promoció e Imatge de la Universitat de les Illes Balears como fotógrafo en la sección de Comunicació Externa i Relació amb els Medis de Comunicació. Antes desarrolló su vida profesional en el mundo de la publicidad. Costa ha participado en los premios Jazz World Photo, al que se presentaron un total de 347 fotógrafos.

El jurado realizó una selección y escogió 30 fotografías finalistas, entre ellas la de Costa, único español que logró meterse en la final. Los pasados días estaba prevista la celebración del Festival Jazzinec en Trutnov (República Checa) durante el cual se iban a dar a conocer los ganadores. El certamen se suspendió por el coronavirus y la organización dio a conocer los ganadores el pasado día 28 vía on line. Finalmente, la imagen de Costa quedó en el puesto 16.

¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la fotografía?

—La fotografía no fue una decisión, más bien una consecuencia de una serie de circunstancias. Empecé a explorar mi vertiente más creativa a través de las redes sociales, ya que llega un momento en que quieres empezar a generar tus propias imágenes, tu propia historia fotográfica. He tardado en empezar a hacer fotos de forma activa. He cursado el Diploma de Especialización Profesional Universitario de Fotografía Digital y Tratamiento de la Imagen (Universidad de Valencia) y soy miembro del Observatorio Fotográfico del Paisaje de la Universitat de les Illes Balears.

¿Su primer recuerdo?

—He crecido en un ambiente familiar rodeado de carretes fotográficos, líquidos de revelado y fijadores, testigo de las técnicas artesanales del montaje y el
retoque fotográfico al que se ha dedicado mi padre como fotógrafo y técnico de laboratorio fotográfico.

Cuénteme la historia de la fotografía del Jazz World Photo.

—La fotografía finalista de este año del concurso internacional Jazz World Photo 2020 fue tomada en Lovaina (Bélgica) de forma casual. Me encontraba de visita en la sala de exposiciones Arte-Fac en Bruselas, donde se exponía mi obra titulada Fenómeno vital. Al día siguiente, me desplacé a Lovaina, coincidiendo de forma casual con la celebración del festival Leuven Jazz 2019. Paseando por sus bonitas calles, oí música en directo que provenía del interior de un edificio. Me adentré en él y fue en este preciso momento donde pude plasmar la fotografía que con posterioridad presenté al concurso Internacional Jazz World Photo de este año y que resultó ser finalista TOP30.

¿Qué destaca de ella?

—Está basada en una instantánea donde se realzan algunas referencias contrapuestas, como el pasado/presente/futuro, directo/grabación, grupo/solista, famoso/anónimos… predominando la fuerza de las miradas de los protagonistas que se aprecia en el primer plano, con la mirada atenta y penetrante de la portada del vinilo de jazz de Marshall Allen (uno de los más distintivos y originales saxofonistas de la posguerra) y detrás de él la delicada y prudente, pero a la vez casual, mirada de la solista de un grupo de jóvenes
músicos desconocidos de jazz, que estaban actuando en riguroso directo en una sala de conciertos contigua ataviada con paredes decoradas artísticamente y en presencia de un público que se deleitaba con la música de jazz en vivo mientras estaba tomando una consumición.

Parece inevitable que las fotos de jazz sean en blanco y negro, ¿o no?

—Parece… pero en mi opinión no tiene por qué ser así. Sobre gustos, colores… nunca mejor dicho. Este planteamiento es subjetivo y no siempre tiene que ser coincidente. Color o blanco y negro es sólo una de las muchas
decisiones que se deben tomar para que el resultado se acerque a lo que uno busca y, por tanto, depende de cada fotografía y de cada uno. Por ejemplo, este año en el TOP30 del concurso Jazz World Photo de las 30 obras finalistas, diez han sido en color y de los tres primeros clasificados del año anterior, dos eran en blanco y negro, y la otra en color.

¿Qué es lo que más le gusta fotografiar y lo que menos?

—No me planteo nada concreto en fotografía. No quiero destacar una especialidad fotográfica en sí. Fotografío la vida. Me inquieta todo lo que me rodea. La fotografía en sí no me importa tanto como el momento que recoge. Me gusta fijar sensaciones y capturar instantes cotidianos a golpe de click y no transformarlos. Condiciono mi forma de fotografiar a mi entorno, que va cambiando y evolucionando cada segundo, dejándome llevar por las intuiciones para poder ver la fotografía de manera muy particular. No me gusta forzar situaciones.

¿Se suele presentar a muchos concursos?

—Últimamente me he presentado a algunos concursos de fotografía con el único objetivo de que, en caso de ser seleccionado y expuesta alguna de mis fotografías, pueda suponer en cierta forma un motivo perfecto para realizar un viaje expositivo que quizás (como ya me ha surgido en esta ocasión) me depare otros acontecimientos fotográficos, sin más… ¡Nunca se sabe! Gracias a ser nominado finalista en el Certamen Nacional de Fotografía Científica FotCiencia14 he tenido la posibilidad de exponer mi obra en París, Bruselas, Salamanca, Madrid, A Coruña, Ávila, Valladolid, Cádiz, Zamora, Barcelona, Alcoy, San Sebastián, Valencia y Palma. Por otro lado, todos los años, la colección de las 30 mejores fotografías seleccionadas (TOP30) del Concurso Internacional Jazz World Photo pasan a formar parte de una exposición itinerante muy solicitada. Cada año, la exposición de los ganadores y los jurados se reúnen durante el concierto principal en el festival internacional Jazzinec en Trutnov, República Checa, y son incluidos en los eventos del Día Internacional del Jazz patrocinado por la Unesco.

En estos últimos días, también recicibió otra buena noticia...

—El 6 de marzo, justo después de saber que era finalista del Jazz World Photo me comunicaron que era finalista por segunda vez del Certamen Nacional de Fotografía Científica FotCiencia17 de 2020 con exposiciones itinerantes con la foto NATURALmente.

¿Es más fácil hacer buenas fotografías debido a los avances tecnológicos?

—Sin duda, las tecnologías ayudan y hay que aprovecharlos al máximo (si se tiene oportunidad) pero… no siempre son imprescindibles. Actualmente, se pueden realizar buenas fotografías con mínimos tecnológicos (incluso con dispositivos móviles). Hay que saber aprovechar los recursos que uno dispone. Soy un apasionado de la luz natural y evito el flash y el trípode… me hacen sentir lento y torpe. No me gusta planificar demasiado para que surjan las cosas. Intento aplicar mi forma espontánea de trabajar en mi día a día.

¿Qué cámara utiliza?

—Una Canon 7 D Mark II, que es digital, y una Yashica MAT 124, que es una analógica.