Uno de los pájaros híbridos, un resultado «perfecto». | M. À. Cañellas

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El mallorquín Àngel Rosselló es el hombre que susurra a los pájaros. Él conoce, más que nadie, su condición. Su dedicación a la avicultura, desde que tenía uso de razón, le ha hecho ganar el Campeonato Mundial de Ornitología en la categoría Híbridos H21, celebrado del 18 al 27 de enero en Matosinhos, Portugal.

El mérito se lo lleva un equipo de cuatro pájaros híbridos, una mezcla de jilguero mayor bruno y de canaria bruna. Han ganado, con nota máxima, uno de los premios ‘reina’ en cuanto a canaricultura. «La categoría de pájaros híbridos es de las más difíciles por todo lo que conlleva criar y producir una especie como esta», comenta Rosselló, carpintero de profesión y ‘padre’ de más de 90 especies, entre canario, pájaro híbrido, pardillo mutado, lugano mutado y jilguero mutado.

Se levanta a las seis y media de la mañana para inspeccionar las jaulas de su patio exterior. «Es una afición muy dura, sobre todo si tratas con pájaros tan delicados y con tanta dificultad para conseguir un resultado perfecto», explica. En concreto, Rosselló ha superado las expectativas del jurado al conseguir un equipo idéntico, al tener en cuenta que tres nacieron en 2018 y uno en 2019. Una especie así puede costar entre 500 y 600 euros.

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Concurso

Un total de 22.000 especies participaron en este campeonato, catalogado como el más importante del mundo de ornitología. Este equipo de aves pasó 15 días en tierras portuguesas. «La dificultad de estos híbridos es que se ponen muy nerviosos. Por suerte, el viaje no les afectó para llevarse el premio ‘reina’ del certamen», asegura Rosselló, consciente de que «para conseguir un galardón así tienes que entrenar antes a tus pájaros».

Pasaron con éxito las pruebas de color, diseño, talla y forma y condición e impresión. Como grupo, también obtuvieron la máxima puntuación en el apartado de armonía. En total, se alzaron con la medalla con 370 puntos. Hasta ahora, según Rosselló, es la nota más alta que consigue una especie así en un concurso de ornitología.

El premio consiste en un diploma y una medalla, pero el concursante paga por participar hasta 80 euros. «Es caro, sí, pero hay que tener en cuenta que es un campeonato mundial, y hay que mantener las instalaciones del lugar durante dos semanas. Si no costase eso, seguramente no veríamos algunos de los pájaros más ‘tops’ del planeta».

A Àngel, los pájaros le aportan vitalidad. «No me imagino una vida sin ellos. Eso sí, el día que sienta que son una carga, dejaré esta afición», afirma. Sin embargo, la ilusión no la ha perdido aún. Ahora, su objetivo se centra en perserverar en la mejora de la mutación y conseguir más medallas mundiales.