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Elia y José Luis eran dos personas normales, anónimas. Trabajaban en una panadería de barrio de Madrid desde hacía años, y a sus sesenta casi todos los conocían. Un día su tienda apareció cerrada con un cartel: «Permaneceremos cerrados por asuntos personales. Disculpen las molestias». Esos asuntos personales eran un trauma difícil de encajar, un incendio que había destruido su casa y toda una vida de recuerdos y vivencias los había destrozado. Una situación sobrevenida les reclamaba toda su atención, y por eso la barrera permanecía bajada.

Ese detalle lo había dado a conocer Mayte, de la papelería del barrio, en otro cartel pegado justo debajo del primero. En él la vecina explicaba que Elia y José Luis «lo han perdido todo y se han quedado con lo puesto». Por este motivo pedía la aportación económica de cada uno, la que fuera posible según cada situación, para que el matrimonio pudiera sobrellevar la situación algo mejor. «Son dos personas maravillosas a las que la suerte no les está sonriendo», apuntaba. Hasta que la suerte empezó a cambiar de opinión.

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Alguien, @Jamoncitos, decidió publicar en las redes sociales unas imágenes de la panadería cerrada y contar su historia. A pesar de que su tienda está en Madrid, su casa se ubicaba en Castillejo de Mesleón (Segovia), y ahora deben empezar de nuevo. Aunque algunos cuestionaban la veracidad del relato, porque la de las imágenes no les parecía una casa propia de España, se presentaron algunas pruebas que confirmaban los hechos: marcadores de geolocalización y noticias en los medios locales y nacionales de un incendio en una casa de la zona, que obligó a atender a un matrimonio sexagenario.

Muchos desconfían y probablemente hagan bien, con lo que hemos visto en los últimos tiempos. Después de todo Internet hizo su magia, y su caso se empezó a viralizar. Se inició una campaña para recaudar dinero, que en poco tiempo ha superado los mil euros, y su repercusión no cesa.