Ventura Fuster Miró, junto a Estrella Oliver. | Jaime Moreda

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Vivimos en una isla con abundancia de pescado en las aguas del litoral y más allá, pero apenas quedan pescaderías de barrio en Palma. ¿Por qué? Las hermanas Noelia y Margarita Miró Matas, tercera generación de la Pescadería Miró, situada en Avenida Argentina, dan algunas razones. «En Mallorca no hay cultura de comer pescado. A la gente no le gustan las espinas ni limpiar el pescado, lo quiere todo limpio», explican. Además, añaden que cada vez hay menos barcas y, en consecuencia, se realizan menos capturas.

Ellas dirigen el negocio que fundó su abuelo, Antonio Miró Piña, en los años 40 y continuó su padre, José Miró Roca. «No llega ni al 5 por ciento de nuestra facturación la venta en piedra. Si de ello dependiera, hubiéramos tenido que cerrar hace tiempo», explican las encargadas de este negocio que tiene en la venta mayorista su principal fuente de ingresos.

«Podemos comer gracias al pescado de piscifactoría», reconocen. En la actualidad, cuentan con tres empleados. Noelia estudió Psicología y Margarita Empresariales. Desde pequeñas vieron de cerca el negocio. «Yo no tenía muy claro dedicarme a esto, pero las circunstancias de la vida me llevaron a ello», explica la primera. Margarita tiene un hijo que acaba de terminar la carrera de Derecho y Empresariales, y no tiene previsto convertirse en la cuarta generación del negocio familiar.

Estirpe

Los Miró son familia de Ventura Fuster Miró, propietario de Ca’n Ventura, pescadería situada en la calle Francesc Molina. Y ambas familias guardan parentesco con Francisco Miró y su madre, Juana Martorell (madrina de Ventura), que han llevado durante años la pescadería Cantàbric, de la Plaza del Obelisco, cerrada hace dos meses.

Ventura Fuster Miró cuenta con una vasta experiencia en este mundo. «Mis padres tuvieron una pescadería en Ausias March que se llamaba Gran Aquarium. Estuvo abierta de 1968 a 2004 y durante muchos años trabajamos los cuatro hermanos. Nos fue bien porque trajimos unos viveros de langostas. Después, entre 2004 y 2008, me hice cargo de la pescadería de Caprabo, también en Ausias March, pero cuando Eroski adquirió los supermercados Caprabo no seguí porque llevaba la explotación de la pescadería y la nueva propiedad no quería ese modelo de negocio». Al poco de dejar Caprabo, Ventura compró el actual local. «Nos hemos ido manteniendo, a pesar de las dificultades. «La clientela es del barrio. Hace cinco años pusimos un espacio de comida preparada con recetas de pescado y desde siempre hemos tenido una importante sección de congelados para completar el negocio».

Ventura lleva el negocio junto a una empleada, Esther Oliver, que lleva cinco años en este empleo. Para él, lo fundamental «es que la piedra siempre esté llena, que el cliente tenga dónde elegir cuando viene». Este pescadero de 60 años calcula que tendrá que seguir trabajando hasta los 67. «Tengo un hijo, pero no se dedicará a esto, así que me imagino que cerraré cuando me jubile».

Pescaderías de Palma

Si antes hablábamos de la ‘saga’ Miró en el mundo de la pescadería, ahora toca hacerlo de la estirpe Riera. María Antonia Castell Riera es hija de Rosita Riera, quien durante muchos años tuvo una pescadería en sa Indioteria. Y la hermana de Rosita, Francisca Riera Bauzá, tiene un pequeño puesto en sa Indioteria, donde empezó con ella. Pero vayamos por partes.

En la Plaza Madrid se encuentra Sa Peixateria, que lleva María Antonia Castell, quien aprendió el negocio junto a su madre. «No me puedo quejar de cómo van las cosas, pero cuesta mucho. No hay cultura de comer pescado y se lo tenemos que dejar todo preparado y limpio al cliente». De todas formas, María Antonia se muestra pesimista. «Si en la zona hubiera tres pescaderías, significaría que hay negocio, pero va muy justo con una. Y está claro que las grandes superficies han hecho daño».

Pescaderías de Palma

Francisca Riera Bauzá comenzó junto a su hermana Rosita en el negocio de pescadería que montó su padre, Bartolomé Riera Sastre, en su casa de es Molinar. «Empezó con un espacio muy pequeño y luego amplió el negocio», explica. La particularidad de esta pescadería es que en el origen era parte de la casa. «Le quitamos una habitación para poner el local». De hecho, la puerta trasera de la pescadería da a la vivienda de Francisca y su familia. «Si hay pescado, la cosa va bien, pero si por el tiempo o lo que sea no hay pescado del día, entonces se pasa mal».

Cambio de aires

A Rafael Crespí el cierre del mercado de Camp Redó no le hizo ningún favor, pero se ha sabido adaptar. «Estuve 29 años ahí. Cerré el 27 de julio y en agosto ya empecé aquí», dice refiriéndose a su nueva pescadería, ubicada en la calle Calle Colliure, 24A. «Estoy contento porque vienen muchos clientes que ya tenía y se están incorporando otros nuevos». Crespí se muestra muy pesimista con la situación de los mercados. «Sólo va a quedar el de Pere Garau. Tanto Santa Catalina como el Olivar se van a convertir en mercados gastronómicos. En el Olivar se han cerrado dos pescaderías para poner un negocio de ostras y una vermutería».

Pescaderías de Palma

Marcos Carbonell y su mujer, María José Rincón, llevan desde hace seis años la pescadería El Puerto de Marcos. «Antes teníamos otra en Son Cladera. La traspasamos, pero duró seis meses abierta. Con esta llevamos seis años», explica Marcos, quien se encarga cada día de ir a la lonja, mientras que María José Rincón lleva toda la parte empresarial. «Los números van saliendo, pero cuesta mucho esfuerzo», explica. Y su marido añade: «Intentamos combatir la competencia de las grandes superficies con calidad y teniendo pescado que ellos no traen. El nuestro es todo nacional y el 80 por ciento mallorquín». La pescadería cuenta con cuatro empleados y tres veces a la semana también venden en pueblos. «Todo en necesario para vender», sentencia.