Pepe Aranda y Domingo Zapata sr.: tras una larga conversación, el pintor quedó tranquilo. | Click

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Pepe Aranda es pintor, viajero y escritor. Y no es mala persona. Le conocemos desde hace muchos años, porque trabajó en Ultima Hora. Pero al final el arte ganó la baza al periodismo… aunque no del todo, pues aporta una colaboración semanal –los lunes– a nuestro diario.

Desde entonces a hoy, Pepe ha hecho muchas cosas: ha viajado, ha estado en conflictos y los ha contado, ha investigado en torno a la figura de Trump, lo que le dio para un libro...

También ha fumado bastante, y ha bebido. El encerrarse a pintar o a escribir, si bebes y fumas, hace que bebas y fumes más. Y a veces, más de la cuenta…

Saber enfrentarse a los miedos

Tal vez por ello, Pepe anda algo pachucho. Bueno, anda pachucho. Tanto como que está esperando a que le trasplanten el hígado, lo cual hace que esté preocupado. Y más que por el trasplante en sí, y por lo que tarda en llegar a veces el órgano, por cómo es una operación de esta envergadura. ¿Cuánto se tarda, qué te hacen, cómo te recuperas…? Eso le tiene con la mosca tras la oreja. «Sí, porque yo, ahora mismo, me estoy enfrentando a una incógnita: no sé lo que me voy a encontrar», dice Aranda. No tiene miedo, pero sí mucho «respeto» a lo que le vendrá.

Pues bien, en esas estaba Aranda cuando recibió la llamada de Domingo Zapata, padre de Domingo Zapata artista y autor, entre otras obras, del mayor mural que se ha pintado en Times Square. Y lo llamó no solo para interesarse por su estado de salud, sino porque sabía que estaba preocupado, más que por la operación de trasplante, por saber «en qué consiste», cosa que Zapata conoce, pues hace años pasó por el mismo trance que pasará él, y a ser posible cuanto antes mejor, porque será señal de que el hígado que supla al suyo ha llegado.

Ambos quedaron, y en el transcurso de una conversación, Domingo se lo explicó y le tranquilizó: «Los que sufrimos un trasplante vamos casi a ciegas –empezó diciéndole Pepe a Domingo–. Dependemos de un equipo médico en Barcelona, que sí, que es puntero a nivel mundial en trasplantes... Pero son parcos en palabras. En conclusión, los pacientes nos sentimos solos y desinformados sobre lo que nos espera, y el temor viene siempre por lo desconocido».

Domingo siguió explicándole que «las cosas han cambiado mucho desde que me operaron», y de ahí en adelante le dio todo tipo de detalles, sin alterarse, transmitiéndole serenidad y tranquilidad. «Si antes una operación duraba treinta y pico de horas, ahora, con nueve o diez sales del quirófano. En segundo lugar, yo cogí la hepatitis C a causa de una transfusión mal hecha, y no como tú, que por lo visto tienes una cirrosis hepática por causa del consumo de alcohol continuado. Cada caso es un mundo y cada paciente un universo. Lo que a unos les funciona, a otros no. Pero no hay que tener miedo».

«Tendrás un renacer»

Luego le explicó la función del hígado, al que compara con una máquina corpórea, «que elimina las toxinas si funciona, pero como ahora no lo hace bien, éstas suben al cerebro y descompensan todo el metabolismo. Lo que quiero que sepas –le tranquilizó Zapata– es que tras el trasplante, todo esto desaparecerá, y tendrás un renacer. Y en cuanto a la dificultad de la operación –le dijo–, hoy en día, aún dentro de su complejidad, no es la misma que tuve yo hace años. La ciencia está avanzando mucho. Ese equipo médico parece soso, pero hay grandes y expertos profesionales. Así que, ¡fuera miedos!, pues ya sabes a qué te vas a enfrentar y cómo lo van a hacer».
Muy bien por Domingo Zapata senior. Está claro que la solidaridad es una de sus virtudes.