Josué Roibal y su familia, que fueron despertados a punta de pistola en la frontera con Siria. | Click

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A Josué Roibal le conocemos yendo siempre de viaje. Y si antes viajaba solo, ahora lo hace con su mujer, Encarna, e hijos, Hermés y Ulises. Y lo hace a bordo de un vehículo –un Mercedes Sprinter– preparado para recorrer grandes distancias. Ahora están en Palma, pero con la intención de retomar pronto el camino, que no es otro que el de La ruta de la seda, de la que llevan recorridos muchos kilómetros gracias al apoyo incondicional de la Fundación Cultural Pueblos de la Tierra y la editorial Ifeelbook editores. Un susto y un asunto familiar les obligó a parar y regresar a España.

Han estado en numerosos lugares que han tenido una relación con la seda, ya bien porque han tenido, o tienen, fábricas, ya bien porque hayan comercializado, o siguen haciéndolo, con ella, como Marruecos, Roma, Toscana, Bolonia, Florencia, Venecia –donde, de paso, asistieron a la presentación de un documento que demuestra que Marco Polo estuvo en China–, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Bulgaria, Turquía…. Y, encima, a lo largo de tantos cientos de kilómetros han estado en contacto con muchas culturas. ¿Y los chicos? Porque si viajan, no van a la escuela...

Aquí Josué cede la palabra a su esposa, Encarna. «Los niños están escolarizados –señala–, a través de la plataforma CIDEAD, del Ministerio de Educación. Se trata de una enseñanza on line, creada para que puedan estudiar españoles que viajan, como nosotros.

Otras de las cosas que deben controlar Josué y su familia son los peligros que se pueden encontrar en el camino, cosa que no pudieron evitar, pese a las precauciones tomadas. «Estábamos en Mardin, a tres kilómetros de la frontera con Siria. Vimos un monasterio, y pensando que era un lugar seguro, aparcamos el coche, hicimos la comida y por la noche decidimos quedarnos allí –relata Josué- ¿Y qué pasó? Pues cuando estábamos dormidos, unos golpes en la puerta del coche nos despertaron. Me levanté, abrí y me encontré a ocho o diez hombres armados, apuntándome. Les dije a la mujer y a los niños que se pusieran tranquilos… Entonces, uno de ellos me obligó a salir del coche. Me interrogaron, me hicieron muchas preguntas sin dejar de apuntarme. Y cuando vieron que no éramos sirios y que no suponíamos ningún peligro, bajaron las armas. Aquellas personas no entendían qué hacían cuatro españoles allí, en el interior de una furgoneta. Y yo, en su lugar, hubiera pensado lo mismo y… Pues que resuelto el malentendido, nos invitaron a que pasáramos dentro del monasterio, donde nos encontramos con las familias de ellos, que estaban viviendo en aquel lugar, llamado Monasterio de Amor Gabriel, cerca del jardín del Eden». A pesar de ello, y sumado a un problema familiar, decidieron hacer un parón y regresar a España. No descartan volver a retomar su Ruta de la Seda.

Recorrido a medias

Con el miedo aún metido en el cuerpo por el susto que se llevaron en el monasterio, los Roibal regresaron a casa, no sin antes haber intentado entrar en Irán, donde no les permitieron el paso. Así que, sin más, pusieron rumbo a España pasando por Turquia, los Balcanes, sur de Austria, norte de Italia, sur de Francia, para llegar a Barcelona, donde Josué embarcó a su esposa e hijos a Mallorca, yéndose él a Galicia, con el fin de asistir a la presentación de la Traslation, o el camino original por el que entró en España el cadáver del apóstol Santiago. Sin duda, retomarán el viaje más adelante.