Alice Campello posa para la prensa en el exterior del hotel Secrets Mallorca Villamil. | Pere Bergas

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Alice Campello (Mestre, Venecia, 1995) vino este jueves por primera vez a Mallorca para ser la madrina del hotel Secrets Mallorca Villamil, ubicado en la localidad calvianera de Peguera. Alice, hija de un importante empresario italiano al que se conoce como el ‘rey de los concesionarios’, es esposa del jugador del Atlético de Madrid Álvaro Morata, con el que comenzó a salir cuando éste militaba en la Juventus de Turín.

Modelo, influencer, guapa, rica, famosa... ¿siente que es la envidia de mucha gente?
—Entiendo que haya personas que tengan ese sentimiento, pero en muy pocas ocasiones alguien me lo ha echado en cara porque no soy una persona ostentosa. Además, en mis redes sociales subo asuntos más de tipo familiar, y no tanto de moda o de marcas.

No hace mucho fue madre por primera vez y además de gemelos. ¿Cómo está siendo la experiencia?
—Apasionante. Es lo mejor del mundo, aunque también está resultando un poco duro porque quiero encargarme de todo y pasar el mayor tiempo posible con ellos. Para mí es importante inculcarles los valores desde bien pequeños.

¿Ya sabe a quién se parecen?
—Sí, desde el principio. Leonardo es igual que mí y Alessandro es como Álvaro.

¿Vivimos en un mundo en el que es más importante la estética que la ética?
—Eso depende de cada persona. La ética es muy importante pero mentiría si dijera que la estética también lo es. De hecho, la primera información que recibimos de algo o de alguien es visual y ahí entra el físico.

Su marido sufrió de ansiedad y tuvo un cuadro de depresión.
—Sí, es algo que le puede pasar a todo el mundo. No por el hecho de ser futbolista de alto nivel tu vida es perfecta. La vida perfecta no existe. Álvaro dio a conocer su situación, luchamos y ahora está en el mejor momento.

¿Se cuida mucho, sobre todo tras haber sido madre?
—Nada. Todo es genética y tener 24 años.

Conoce muy bien Ibiza y Formentera, pero no Mallorca.
—Es cierto. Es la primera vez que vengo, pero lo poco que he visto me ha encantado y estoy deseando regresar. Parece una isla maravillosa.

Por cierto, ¿es usted futbolera?
—La verdad que no me gusta mucho el fútbol.