‘Rony’, a la derecha de la imagen, se incorporó este martes a su nueva familia. | Noelia Carretero

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Noelia, Rodrigo, Ángel y sus perros Nano y Dori saludaron este martes a un nuevo miembro de la familia: Rony. La mascota llegó por la tarde a su nuevo hogar, en Selva, después de un periplo, que pudo haberse evitado, por la perrera de Palma.

El sistema, la burocracia y unos minutos esenciales en el transcurso de los acontecimientos hicieron que tras la muerte consecutiva de sus dos dueños Rony terminara en la perrera de Son Reus, aun cuando una amiga de la familia solicitara su adopción inmediata.

Tras casi dos meses de espera en la soledad de una jaula y transcurrido el periodo obligatorio después de notificar su orfandad en el Boletín Oficial del Estado (BOE), Noelia y su familia pudieron llevarse a Rony a casa.

El reencuentro se produjo por la mañana y, una vez tramitada la adopción, la primera parada fue la peluquería. «Cuando abrí la puerta del coche estaba tumbado y no se quería mover», sonríe Noelia.

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Poco después de un baño acompañó a su nueva dueña a buscar a su hijo y juntos llegaron por la tarde a casa donde le esperaba su propia caseta y un amplio espacio para correr en libertad. «Es una pena que haya tenido que pasar este tiempo en rejas cuando no era necesario», se lamentó Noelia.

En su nuevo hogar Rony se reencontró con su hermano, Nano, de quien lo separaron al nacer, pues cada familia se quedó a uno de los cahorros.

Al morir la dueña de Rony, Rafaela Riejos, el pasado 12 de marzo, Noelia tuvo la intención de quedarse con el can aunque la funeraria se lo llevo a Son Reus donde se inició el protocolo de búsqueda de su nuevo dueño, el heredero de la familia.

Sin embargo, el heredero era un hermano de Rafaela con quien no mantenía buena relación. Al no renunciar a la titularidad no pudieron adoptarlo de inmediato.