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La estancia de una familia en una vivienda de Cork, Irlanda, contratada por Airbnb no acabó como esperaban al descubrir que, como en el caso del chalet de Pablo Iglesias, existía en las estancias del inmueble una cámara que grababa sus movimientos y además los retransmitía en directo.

El padre, que trabaja en el campo de la seguridad informática, se dio cuenta de que un puerto del aparato de WiFi estaba abierto. Al conectar su terminal móvil con una aplicación, apareció el vídeo, según explica la CNN.

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Al principio no le dieron mucha importancia. Se hicieron una foto aunque más tarde, viendo que los propietario no había sido apercibido y que la vivienda salía todavía promocionada en la plataforma, decidieron explicar su caso, para apercibir a posibles nuevas víctimas del espionaje.

Otras personas, que anteriormente había sido alojadas en esa casa, reclamaron ver las grabaciones que se habían realizado sobre ellos. Tras la presión mediática, Airbnb decidió dejar de contar con los servicios del propietario indiscreto.