Liz y Gisele se conocieron casi por casualidad en un hospital y se hicieron inseparables. | Pixabay

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La historia humana que une a Liz Smith con su hija Gisele es emotiva y da argumentos para seguir confiando en las personas. Esta jefa de enfermería de un hospital de Brighton, Massachusetts, vio por primera vez a la bebé cuando esta tenía unos pocos meses. Era muy pequeñita, y destacaban en su rostro unos vivarachos ojos azules. Había nacido prematuramente y con un severo síndrome de abstinencia neonatal, pues su madre biológica consumió heroína, cocaína y metadona durante el tiempo de gestación. En ese momento, Smith se enamoró de ella y supo que nunca más se separarían.

La pequeña Gisele no tenía familia. Nadie se había preocupado por ella, más allá de los sanitarios que la habían tratado día y noche desde su nacimiento, y el estado de Massachusetts tenía la custodia de la bebé. De hecho hacía meses que ambas coexistían en el hospital pero ninguna se había percatado de la presencia de la otra.

Sus problemas de salud eran severos, y en cinco meses en el hospital nadie acudió a verla ni a interesarse por ella. Cuando las autoridades decidieron que debían buscarle un hogar de acogida, la enfermera supo que ese hogar se lo iba a proporcionar ella.

«Voy a ser su madre», decidió, según cuenta ella misma en una entrevista publicada en el 'Washington Post', de la que se han hecho eco numerosos medios.

Smith movió toda la burocracia pertinente para convertirse oficialmente en la madre adoptiva de Gisele. Cada día, al terminar su jornada laboral, se acercaba hasta su habitación y se sentaba junto a ella. Allí la acompañaba y le hablaba en voz baja. Estaba determinada a facilitarle un futuro mejor, una segunda oportunidad.

Algunas semanas después las autoridades movieron ficha. Le concedieron la autorización de llevarse a la niña a su casa, y sin embargo estaba apercibida de que harían todo lo que estuviera en su mano por devolver a la pequeña a su familia biológica, a pesar de que esta se hubiera desentendido de ella.

La convivencia fue feliz aunque no exenta de dificultades. Meses después un tribunal le dio la noticia de su vida: Liz Smith sería a partir de entonces la madre de Gisele.