Un instante del espectáculo que se pudo ver este domingo en el Teatre Mar i Terra. | Pilar Pellicer

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En esta ocasión, la brasileña Helwa ha prescindido de lo que en danza oriental –o del vientre– se conoce como Bautizo de las Flores, ceremonia en la que la bailarina toma el nombre con el que se la conocerá como tal bajo una lluvia de pétalos de flores. Y ha prescindido de ello porque ha querido dar un paso más en su trabajo de formación a sus alumnas.

Y todo ha sido porque tras haber profundizado en los estudios sobre la danza del vientre, se ha dado cuenta de que hay una estrecha relación entre Oriente y Occidente en cuanto a música se refiere, lo cual permite la fusión de ambas.

Así ha logrado que sus bailarinas hayan bailado con movimientos propios de danza del vientre El lago de los cisnes, de Tchaikovsky, versionado por el maestro turco Ceyhum Çelik. En este caso concreto, lo han hecho dos: una vestida de bailarina de ballet clásico y la otra ataviada de danzarina del vientre. Primero bailando aquella; a continuación, ésta y, finalmente, las dos, en una fusión perfecta.

Distintos bailes

Como también la ha sido, por poner otro ejemplo, la orientalización de otro clásico, el Eine kleina Nachtmusik, de Mozart, arreglada orientalmente por el citado maestro.

Y no solo lo ha conseguido con los clásicos –ella misma ha hecho una demostración, al principio, bailando Zherezade– sino también con lo más cercano a nosotros, bossa-nova, por ejemplo, haciendo que su sus danzarinas del vientre bailaran Chica de Ipanema o con el tango o la samba. O con el mismísimo Bésame mucho. Porque, como hemos visto, todo es cuestión de imaginación y creatividad, basado en la relación mencionada anteriormente entre Occidente y Oriente.

En total, a lo largo del espectáculo Helwa y sus doce alumnas aparecieron 19 veces sobre el escenario. A veces bailaba solo una –como ella, cuando abrió la velada con Zherezade–, a veces lo hacían dos, a veces cuatro... A veces ataviadas de danzarinas del vientre, en otras tocadas con sombrero, en otras con vestido que nada tiene que ver con los de Oriente...

De verdad que fue una velada diferente a las vistas hasta ahora; sobre todo, porque pudimos ver cómo una bailarina oriental, sin perder del todo el ritmo que la danza del vientre impone, puede bailar un tema de la música clásica. El público respondió a esta convocatoria en el Teatre Mar i Terra, de Palma, donde el resultado de esta fusión de ritmos y bailes fue muy aplaudido por los asistentes.