Imagen de unos alumnos en una clase de la universidad.

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«Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la Universidad por última vez. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla», así empieza la carta de renuncia de un profesor universitario uruguayo.

Esta misiva no es de ahora, Leonardo Haberkorn la publicó en su blog personal en el año 2015, sin embargo, trata temas tan de actualidad que tres años después está recorriendo el mundo a través de las redes sociales.

Este periodista y profesor se dirige a sus alumnos en la carta y en ella lamenta estar hablando de asuntos que le apasionan «ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies».

Este texto, que cuenta como vive un periodista apasionado la profesión y la desilusión por las nuevas generaciones que están sometidas a los teléfonos móviles, no es la primera vez que triunfa en las redes sociales, hace unos meses lo hizo en Argentina y ahora lo ha hecho en España.

«Les pregunté ¿Qué es lo que pasa en Siria? Silencio. ¿Qué partido es más liberal o está más a la ?izquierda? en Estados Unidos, los demócratas o los republicanos? Silencio», explica en su carta.

«Ves que a estos muchachos que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez de siempre les estafaron, que la culpa no es solo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos. Les fueron matando la curiosidad y con cada maestra que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo», sigue argumentando en su artículo.

El docente explica que dejó la universidad en ese momento porque no quería «ser parte de ese círculo perverso». Sin embargo, en la actualidad, Haberkorn está impartiendo clases de nuevos, de una forma distinta, las empresa lo contratan para dar cursos de escritura a los trabajadores, ha contado en una entrevista a Verne.

«Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien, lo mejor posible. Y no soporto el desinterés ante cada pregunta que hago y se contesta con el silencio. Silencio. Ellos querían que terminara la clase. Yo también», acaba la reflexión.