Miguel Vicens y su esposa, Norma Perriman, tras la boda, acompañados del resto de integrantes del grupo: Tony Martínez, Manolo Fernández, Mike Kennedy y Pablo Sanllehí. | Archivo Miguel Vicens

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El 29 de abril de 1968 fue un día inolvidable para Miguel Vicens, el músico mallorquín integrante del conjunto Los Bravos; único grupo español que había logrado un hito tan relevante como el de alcanzar con el tema Black is Black (1966) el número 2 de los discos mas vendidos en el Reino Unido, el cuarto puesto en Estados Unidos y el primero durante muchas semanas en España.

El citado día, Vicens contrajo matrimonio en la iglesia de San Juan de Malta de Palma con Norma Perriman (ya fallecida), una encantadora joven británica. Todos sus compañeros, Michael Kogel, que tras abandonar el grupo pasó a ser conocido artísticamente como Mike Kennedy; Pablo Sanllehí, Antonio Martínez, ‘Tony’, y Manolo Fernández asistieron a la ceremonia. Tras el banquete, que tuvo lugar en un hotel del Paseo Marítimo, Manolo Fernández, teclista del grupo, emprendió, con su esposa Loti Beatriz Rey (con quien se había casado recientemente y de la que esperaba su primer hijo) el camino hacía el hotel de Valldemossa en el que se hospedaban, conduciendo un Triumph descapotable.

Brutal accidente

La tragedia les sorprendió en el trayecto. Al tratar de esquivar a un camión en una curva sufrieron un accidente brutal e irreparable. Ella falleció en el acto y él resultó con heridas leves. El día 29 se cumplirán 50 años.

Miguel Vicens, que ya se había trasladado con su esposa al hotel Formentor para disfrutar de su luna de miel relata los hechos posteriores. «Inmediatamente después de que lo supimos, a través de nuestro representante, Alain Milhaud (el primero al que Manolo comunicó la desgracia), tratamos de arroparle al comprobar que se encontraba inmerso en una gran depresión».

Manuel Fernández, nacido en Sevilla en 1942, hijo de un catedrático de Historia, era una persona culta, creyente, excelente músico y muy estimado por sus amigos. «Cuando nos reunimos con él –continúa recordando Vicens–, sus únicas palabras que, en principio, nos desconcertaron fueron: «Esto se acabó. Y yo sé lo que tengo que hacer».

Al día siguiente la familia de Loti llegó desde Suiza para hacerse cargo del cadáver. Durante unas semanas, Manuel permaneció ingresado en una clínica, donde trataron de recuperar su estado anímico, mitigar su dolor y su sensación de culpabilidad.

«Parecía –recuerda Vicens– que se encontraba algo mejor cuando un mes después, el 20 de mayo, supimos que había puesto fin a su vida con un disparo de escopeta en el pecho dejando una carta manuscrita en la que decía: ‘Estoy completamente seguro de que Dios existe y que Él me comprenderá y perdonará. Mi sitio está junto a Ló, la mujer a la que he querido con toda mi alma, a la que he perdido y sin la que no puedo vivir’.

Durante un tiempo Los Bravos suspendieron la totalidad de sus actuaciones. Unos meses después incorporaron al grupo a un nuevo teclista, Jesús Gluck (fallecido este año), en una presentación en Madrid no exenta de polémica. Gluck, quién a la larga sería figura destacada como compositor y arreglista, debutó con Los Bravos encapuchado y el público debía adivinar su nombre.

Dos películas

Los Bravos habían vendido mas de un millón de discos de su primer gran éxito, Black is black, al que siguieron otros temas, también con excelente acogida; actuaron en los mas importantes escenarios europeos y protagonizaron dos largometrajes. Dame un poco de amor y Los chicos con las chicas. Tenían un gran futuro.

Sin embargo una nueva tragedia alteraría sus planes. Toni, el guitarrista, apasionado de las motos de gran cilindrada, fue atropellado por un coche falleciendo, instantáneamente.

Los Bravos pusieron, momentáneamente, fin a su trayectoria cuando Mike Kennedy, el cantante, decidió actuar en solitario y Miguel Vicens regresó a Mallorca. Sobre esa circunstancia comenta: «Intentamos unirnos de nuevo retomando las actuaciones en directo, pero a sabiendas de que nada sería lo mismo. Nuestro biógrafo publicó un libro, Los Bravos recuerdos de una leyenda, en el que subrayó que ‘Los Bravos fueron una máquina de hacer dinero... para otros’. Lo cierto es que cuando me retiré y regresé a Santanyí, mi pueblo –concluye Miguel–lo hice tan sólo con una furgoneta cargada de instrumentos, 300.000 pesetas y una sensación agridulce».

El citado libro finaliza significando que Los Bravos estuvieron marcados durante casi toda su vida por ‘el éxito y la tragedia’.