Richard Branson, en una imagen tomada al atardecer en Londres. | Owen Billcliffe

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El magnate de los negocios Richard Branson ha comprado una finca de 160 hectáreas en Mallorca, trece años después de que la vendiera tras un problema urbanístico. Son Bunyola, una antigua finca productora de de vino y aceite de oliva situada en Banyalbufar, incluye una antigua granja que data del siglo XIX y una serie de pequeñas villas. Situado entre montañas y tierras de cultivo, cuenta con casi cinco kilómetros de costa y acceso directo a una playa de guijarros. Branson fue el artífice del hotel La Residencia; él lo creó a partir de una casa antigua que compró en 1987. En 2002 se vio obligado a venderlo, muy a su pesar.

¿Por qué Mallorca ha ocupado desde siempre un lugar en su corazón?
—Visité la Isla por primera vez cuando era pequeño. La costa noroeste de Mallorca es un lugar con el que me siento muy identificado. Tiene mucho que ofrecer. Una naturaleza intacta, pueblos pintorescos, restaurantes y hoteles de primera clase, y cultura. La región, dominada por la Serra de Tramuntana, es un escenario que quita la respiración, y acoge algunos de las localidades más bonitas de Mallorca. Mi hijo Sam incluso llamó a su hija Eva–Deià, en honor al pueblo.

Después de lo que pasó con Son Bunyola, ¿por qué volver?
—Fuimos los dueños de la finca unos años antes y tenemos desde siempre un buen recuerdo de esta propiedad y de Mallorca en general. Cuando surgió la oportunidad de comprarla en 2015, no nos pudimos resistir. Ahora, con los nietos aquí, es un placer poder disfrutar durante más tiempo de un lugar que significa tanto para nosotros. Las ‘villas’ son perfectas para el descanso de las familias.

¿Los planes son los mismos que la primera vez, convertir la finca en el mejor eco-resort europeo?
—El recinto de Son Bunyola tiene una finca, construida en el siglo XIX, rodeada de viñas, árboles frutales, almendros y olivos. Es precioso, y tengo ganas de ver cómo progresa el proyecto. Buscamos ofrecer comida y vino de la zona, a la vez que trabajamos duramente para preservar el paisaje que tan afortunados somos de ocupar. Nuestros planes incluyen compromiso total con una cadena de mando responsable, políticas comerciales justas y acuerdos éticos con nuestros empleados y con la comunidad, y, por supuesto, con el entorno.

¿Por qué considera Mallorca como un destino en el que vale la pena invertir en el mercado de lujo?
—La percepción del lujo es personal e individual. A mí me encanta pasar tiempo con mi familia, y Mallorca me permite hacerlo cada vez que vengo, por eso es un sitio tan especial. Son Bunyola es el sitio perfecto para relajarme y recargar fuerzas, así como explorar las pintorescas localidades y abrazar su cultura.

¿Es el actual un momento adecuado, con la industria turística mucho más concienciada en relación al turismo sostenible y la protección del medio ambiente? ¿Son asuntos que le preocupan?
—En Virgin debemos a nuestros clientes y a nuestro equipo el asegurarles que nuestro crecimiento económico se basa en un modelo de negocio sostenible desde el punto de vista ético. Los negocios deben ser atrevidos y creativos para desarrollar productos radicalmente nuevos y nuevas alternativas para hacer negocios. Innovación y creatividad son el corazón de la cultura de Virgin, por eso creemos que debemos aprovechar siempre la ventaja que esta oportunidad nos ofrece.