Convertidas en auténticas sirenitas, cumplieron uno de sus sueños al coincidir con la celebración de una fiesta de fin de curso. | Julián Aguirre

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Rosa quiso desde pequeña ser una sirena. Por eso, su madre, recién llegada de Nueva Zelanda en unas vacaciones familiares, no dudó en zambullir a su hija en la piscina con una preciosa cola azul. Isobel y Georgia, de madre inglesa y residentes en Mallorca, recibieron este miércoles la noticia de que también serían sirenas por unas horas, cuando iban en coche de camino a The Watering Hole, el local de Santa Ponça donde la joven Sophie Wright imparte de lunes a miércoles un curso para enseñar a los niños a nadar como auténticas princesas del mar. «Era una sorpresa. Pensé que les podía hacer mucha ilusión, y así ha sido. En el coche, de camino al restaurante, les dije a dónde íbamos y no se lo podían creer», afirma la madre de Isobel y Georgia.ESCUELA DE SIRENAS.

Son las 12.30 horas. En la piscina de The Watering Hole (de acceso libre y pago de cuatro euros por uso de cada adulto de hamacas y piscina) hay un grupo de nueve niñas que celebran el fin de curso escolar. Cada una de ellas ha pagado 15 euros por el curso, de una hora de duración. Antes de enfundarse la malla elástica ?de vistosos colores? y la aleta, realizan unos ejercicios de calentamiento en la zona donde no cubre. Mueven las caderas, estiran los brazos y, después, nadan hasta una esquina de la piscina, donde a cada una, en el primer peldaño de la escalera, se le coloca su particular cola de sirena.

Colocadas las gafas para poder bucear con comodidad, las niñas siguen las indicaciones de su sirenita particular, ayudadas al principio por unos tubos de corcho. De dos en dos, de una en una y en grupo se van sumergiendo poco a poco mientras se adaptan a esa nueva fisionomía. La pequeña Arelén, de seis años, disfruta moviendo la cola dentro y fuera de la piscina. «Le gusta las sirenas porque son bonitas y mágicas. Ella quiere quedarse con la cola de la sirena, pero no sé si la venden», afirma su madre.

Al terminar el curso, las niñas ?enamoradas de títulos como La Sirenita y Un, dos tres, Splash?, nadan libremente por un espacio de la piscina vigiladas siempre por un socorrista. Han cumplido su sueño.