Tras el éxito en el concierto que ofreció en el Palma Arena el pasado miércoles, el jueves dedicó parte del tiempo a descansar con los niños en el hotel, jugar con ellos y a última hora de la tarde salió a conocer algo de la Isla | Julián Aguirre

TW
3

Bronceado y con las pilas cargadas abandonaba el viernes por la tarde Mallorca Ricky Martin, a las 16.30 horas, poniendo rumbo a Valladolid, donde por la noche se volvía a subir al escenario. La gira por España le ha permitido al cantante puertorriqueño dedicar un poco de tiempo en la Isla a descansar y broncearse. Acompañado de sus dos hijos, Matteo y Valentino, el artista se desvive en atenciones hacia ellos.

Tras el éxito en el concierto que ofreció en el Palma Arena el pasado miércoles, el jueves dedicó parte del tiempo a descansar con los niños en el hotel, jugar con ellos y a última hora de la tarde salió a conocer algo de Mallorca. Rumbo a Sóller, Ricky y su discreto séquito de escoltas, nanis y niños contemplaron el paisaje del Valle de los Naranjos y continuaron su camino carretera Fornalutx sin bajarse del vehículo.

Luego, vieron los embalses de Cúber y el Gorg Blau, para continuar hasta Cala Tuent, donde se bajaron a corretear y mojarse los pies, pasando desapercibidos entre los pocos turistas que había en ese momento.

Noticias relacionadas

Derrochando simpatía

Consciente de nuestra presencia, Ricky se acercó a saludarnos y animarnos a mejorar las fotos al día siguiente, este viernes. «Ahora no estoy muy visible. Vengo con el bañador y quiero estar un rato a solas con los niños». Cogiendo su palabra, bajamos las cámaras y nos quedamos un cuarto de hora charlando con él, donde se interesó sobre cómo habíamos visto el concierto de Palma, hablamos de Mallorca y de varias cosas más, siempre con una sonrisa, mirando a los ojos, derrochando simpatía y carisma.

Este viernes por la mañana dedicó tiempo a broncearse en la piscina del hotel (todo preparado para que hiciéramos fotos) y rápidamente nos fuimos al aeropuerto, donde en la zona de vuelos privados esperaba personal, móvil en mano. Ricky bajó del vehículo y se metió en la transfer que le llevó hasta el avión. Allí se despidió con un «volveré».