Si en la vida real existieran superheroínas, seguramente la mayoría serían madres. | Valeria Zoncoll

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Si en la vida real existieran superheroínas, seguramente la mayoría serían madres. Y es que todo el mundo sabe de sus capacidades sobrenaturales, como la de encontrar objetos perdidos («como tenga que ir yo, verás qué rápido lo encuentro») o predecir el futuro («abrígate, que hará frío»). Además, cuentan con una sabiduría milenaria fruto de una lógica aplastante («si eres mayorcito para trasnochar, lo eres para madrugar») y, al parecer, de un curso premamá.

Es en estas clases donde se les enseñan trucos para ser capaces de hazañas sobrehumanas, técnicas secretas y una serie de frases que se transmiten de generación en generación y que, quien más quien menos, ha escuchado alguna vez.

Y es que más allá de ser capaces de actos propios de las historias herculinas, son una fuente de sabiduría muchas veces incomprendida por sus hijos. «Tómate ya el zumo que se le van las vitaminas» o «no te tragues el chicle, que se te va a pegar el estómago» son frases que, si bien no tienen base científica, los vástagos se creen a pies juntillas porque lo dicen sus madres.

- Todos mis amigos lo hacen.
- Y si todos tus amigos se tiran por un puente, ¿te tirarías tú también?

Pero lo que está claro es que las madres poseen un sexto sentido que les permite predecir el futuro y dar consejos como «te lo digo por tu bien», aunque nunca quede claro cuál es. Y, aunque intenten suavizar el golpe con un «esto me duele más a mí que a ti», poseen una frase demoledora que, después de haber desobedecido sus consejos, siempre están dispuesta a usar. Ésta tiene tres versiones, a saber, «lo ves», «te lo dije» y, la más destructiva, «si me hubieras hecho caso...».

Por estas razones, durante mucho tiempo los retoños realmente creen que sus progenitoras son seres sobrenaturales, hasta que, en un momento dado, se topan con la realidad: «¿Te crees que soy la dueña del Banco de España?».

Sin embargo, siempre velan por que los hijos muestren su mejor versión, aunque para ello tengan que utilizar técnicas poco ortodoxas, como las amenazas: «Como te manches...». Pero si hay algo que quede claro es su amor es incondicional, porque, como dicen, «siempre serás mi bebé, aunque peines canas».

¡Feliz Día de la Madre!