José Domingo, tras la barra de la taberna. | Alejandro Sepúlveda

TW
23

José Domingo Hernández lleva 23 años al frente de la taberna de la Jefatura de la Policía. A las puertas de su jubilación, confiesa que «me llevaré muchos secretos a la tumba y el grato recuerdo de haber trabajado con gente maravillosa».

El cantinero oficial de los policías lleva algo más de dos décadas preparando los bocatas de los detenidos. Cada año, unos 6.000 presuntos delincuentes pasan por los calabozos policiales y nuestro protagonista es el encargado de darles de comer. «El menú es sencillo, pero muy bueno. Les preguntamos: ¿Bocata de york o de queso? Los detenidos comen tres veces al día. A las 8 de la mañana les servimos el desayuno. A las 13.30 horas les damos la comida y a las 20 horas, la cena. Os puedo asegurar que hacemos unos bocadillos espectaculares. Barra campesina, aceite de oliva y dos lonchitas de queso (El Caserío) o de jamón de york (El Pozo). Nosotros ponemos primeras marcas, me consta que en otros sitios ponen marcas blancas», puntualiza el profesional de la hostelería.

«El agua que se sirve a los arrestados es embotellada, pero cuando empecé hace 23 años recuerdo que bebían agua del grifo. Eran otros tiempos. La primera vez que entré en la Jefatura de Policía no conocía a nadie y ahora os tengo que contar que mi hija desde hace cuatro años es policía, mis dos yernos son policías y mis mejores amigos visten de azul oscuro. Ha sido un honor formar parte de la gran familia del Cuerpo Nacional de Policía», relata visiblemente emocionado José Domingo.