El estrés puede contrarrestar los efectos benéficos de una dieta saludable, según el estudio de Molecular Psychiatry.

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Las mujeres son más propensas a ganar peso si están estresadas. Así, al menos se demuestra en un estudio elaborado por la Universidad Estatal de Ohio.

El estrés puede definirse como la respuesta de un sistema autorregulable a una alarma general y que produce además cambios fisiológicos y conductuales en respuesta. Además de alterar el sueño, el apetito, el ánimo, ahora se demuestra que también es capaz de alterar el peso.

Lo que manifiesta ahora el estudio, que publica Molecular Psychiatry, es que el estrés puede contrarrestar los efectos benéficos de una dieta saludable.

La investigación se centró en la respuesta metabólica que el estrés tiene entre las mujeres. Se hizo de forma aleatoria y se analizaron 58 mujeres que inicialmente ingirieron comida con niveles altos de grasas saturadas, como las que se encuentran en la carne roja y la mantequilla.

Unas dos semanas más tarde, las mujeres consumieron comida baja en grasas saturadas. Realmente la única diferencia que se introducía en su alimentación era la proporción de grasas saturadas e insaturadas porque la cantidad de calorías, el tipo de alimentos y la cantidad de grasas, carbohidratos y proteínas eran idénticas.

El estudio, dirigido por la profesora de psiquiatría, Janice K.Kiecolt-Glaser, de la Universidad Estatal de Ohio, asegura en un artículo que recoge The New York Times, que «el estrés provoca cosas en el metabolismo que antes desconocíamos».

EL ESTRÉS IGUALA LA GRASA SALUDABLE CON LA QUE NO LO ES

La directora del estudio asegura que lo sorprendente es que el estrés hizo que la comida con niveles saludables de grasa se pareciera a aquella que sí contenía los niveles altos de grasas saturadas.

Durante la investigación, las mujeres contestaron a varios cuestionarios ya validados para evaluar los síntomas de depresión que presentaron la semana anterior y los factores estresantes que experimentaron en las últimas 24 horas. Antes y después de las comidas, los investigadores tomaban muestras sanguíneas.

Entre las mujeres con bajos niveles de estrés los marcadores de inflamación tendían a ser más altos después de ingerir la comida rica en grasas saturadas que después de la comida con niveles bajos de estas grasas.

Sin embargo, en las mujeres con niveles altos de estrés esas diferencias desaparecieron: mostraron niveles altos de inflamación incluso después de ingerir la comida baja en grasas saturadas.

De ahí que el estudio concluya que el estrés dificulta la pérdida de peso en las mujeres que fueron sometidas al estudio y que el estrés es capaz de alterar el metabolismo.