Varios jóvenes consultan los títulos en S’Olivera, en la calle Arxiduc. | Miquel Julià

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Los cinéfilos, tanto neófitos como experimentados, cuentan todavía con un de cada vez más reducido número de videoclubes en los que mantienen el hábito de alquilar. Ya quedan muy pocos de los cerca de 300 videoclubes que había en Palma y en los municipios de Mallorca en los 80. Desde el 2015 hasta el día de hoy han cerrado definitivamente 70 establecimientos dedicados al alquiler y venta de películas.

Tomeu Sastre, propietario del videoclub Piscis, del que ya como vestigio le queda el de La Soledad, afirma que todo ello es consecuencia directa de la crisis del sector, y a una realidad sociológica que no debemos obviar, tanto en hábitos como en el consumo de este producto cultural, que relega la liturgia de alquilar películas en pos de otros formatos y maneras de entender y ver el cine independientemente de las salas al uso.

Muchos de estos establecimientos han tenido que complementar su actividad combinando la venta o alquiler de películas con prensa, bebidas y otros productos ajenos al mundo del cine. Todavía se puede alquilar en establecimientos como el Piscis, en La Soledat o en el videoclub S’Olivera, en calle Arxiduc, regentado por Juan Carlos, que ha dinamizando el espacio con muchas novedades y clásicos infantiles su fondo de archivo. Otro ejemplo es el Universal, regentado por José Antonio Massanet con un gran fondo de títulos de cine clásico. En la Part Forana, en Llucmajor, se encuentra Popster, uno de los archivos más eclécticos que existen en Mallorca. Regentado por Biel Thomàs ‘des Cine’, que cuenta con miles de títulos y cientos de carteles y material diverso del mundo del celuloide.