El Papa de la Iglesia de El Palmar de Troya ha renunciado a su papado bajo el nombre de Gregorio XVIII para apostar por una nueva vida con una mujer. | Redacción Digital

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El amor bien vale renunciar a un papado o eso ha debido sentir el ya exresponsable de la Iglesia de El Palmar de Troya, que ha renunciado a su papado bajo el nombre de Gregorio XVIII para apostar por una nueva vida con una técnico de Monachil (Granada) ante un revuelo del que ambos quieren huir.

La historia entre Isabel y Sergio podría ser de esas de «chica conoce a chico», se reencuentran tres décadas después, el amor se hace fuerte y comienzan juntos una nueva vida de tranquilidad y arrumacos.

Todo, si no fuera porque Sergio, exseminarista y exmilitar de origen murciano, se convierte también por obra del romanticismo en expapa, ya que ha decidido apostar por el amor y dejar así de dirigir la llamada Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz, con sede en El Palmar de Troya, cerca de Utrera (Sevilla).

El que fuera hasta hace unos días el tercer papa de la Iglesia Palmariana, rechazada por la Iglesia Católica y que incluye entre su santoral a Franco, Adolfo Hitler o el cardenal Francisco Ximénez de Cisneros, dice haber perdido la fe y se ha trasladado, «papamóvil» incluido, -aunque sea reconvertido en un vehículo de alta gama- al serrano pueblecito granadino de Monachil.

Dice el refranero popular que la fe mueve montañas pero ha sido el amor a Nieves Triviño, técnico del Ayuntamiento de Monachil, organizadora de fiestas locales y muy conocida en el municipio, lo que ha hecho que el «expapa» haya cambiado a su congregación por estas calles recogidas a las faldas de Sierra Nevada.

«He venido a vivir en paz, he pasado página y punto», ha sentenciado el enamorado, que ha exhibido antes los medios de comunicación las mismas dosis de opacidad que han caracterizado a la Iglesia Palmariana, que ha abandonado para emprender una nueva vida.

Nieves Triviño ha detallado que es «una curranta que quiere pasar desapercibida» y que su vida es «muy normal», aunque el revuelo que ha ocasionado su noviazgo en Monachil, pueblo de algo más de 7.000 habitantes, haya cambiado de momento su rutina diaria.

«Él ha pasado página y yo quiero pasar desapercibida», ha recalcado antes de afanarse para desmentir los rumores que apuntaban que mientras estaba en el tribunal de un proceso selectivo, se haya casado con el que se hiciera llamar Gregorio XVIII.

«Nos conocíamos porque yo fui a El Palmar hace más de treinta años y hace un año y medio o así contacté con él por otro motivo y poco a poco todo surgió», ha apuntado Nieves.

Y poco a poco, como cuenta la novia, se fraguó un amor que ha vuelto a poner el foco mediático en esta Iglesia, que ya cuenta con nuevo «papa», Pedro III, un hombre de origen suizo y hasta ahora cardenal secretario de Estado.

A falta de esa boda que dicen en Monachil que se anunció a bombo y platillo durante una romería local, los corrillos y tertulias en bares, tiendas o la plaza del pueblo se centran en contar si se ha visto o no al expapa, si Nieves lo agarraba por la cintura o de la mano o si el amor durará más que este último papado.

Hasta el alcalde local, José Morales, reconoce que el noviazgo de la técnico de su ayuntamiento y el expontífice ha ocasionado una atracción mediática que ya quisiera él para sus proyectos locales, aunque ha aclarado que de momento no está en su agenda oficiar boda alguna.

Suenen o no campanas nupciales, el amor ya ha cambiado la historia de una iglesia, la Palmariana, y de un expapa rendido a una organizadora de fiestas que ya quisiera garantizarse siempre tanto público como el congregado ahora alrededor a su alrededor o poder montar un final con la frase «y fueron felices y comieron perdices».