El Papa Francisco durante una audiencia con participantes de la reunión internacional de jóvenes consagrados celebrada en el sala Pablo VI del Vaticano, en la Ciudad del Vaticano. | GIORGIO ONORATI

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«Perdonadme si soy un poco feminista», bromeó este jueves el Papa Francisco al saludar a un grupo de jóvenes consagrados, para elogiar especialmente el trabajo de las mujeres.

«Tengo que agradecer el testimonio de las mujeres consagradas. Aunque no a todas, porque algunas son un poco histéricas», volvió a bromear el pontífice al recibir a 5.000 jóvenes consagrados en el Aula Pablo VI del Vaticano.

De las mujeres elogió «que tienen siempre ganas de estar en primera línea debido a que «son madres» y sienten «esa maternidad de la Iglesia que las hace ser siempre cercanas».

Francisco, que en varias ocasiones ha animado a una mayor presencia de las mujeres en la Iglesia y valorado su trabajo en la familia, ayer también criticó los «muchos lugares comunes, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal».

Aseguró entonces que «hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios».

El Papa escuchó algunas preguntas de los presentes y después en un discurso improvisado les aseguró que «uno de los pecados» más frecuentes en la vida comunitaria es la incapacidad de perdonar.

Jorge Bergoglio afirmó que un chisme en una comunidad «es como una bomba en la fama del otro, pues le destruye y no puede defenderse».

«El religioso que ha consagrado su vida a Dios se convierte en un terrorista que tira una bomba y destruye su comunidad», agregó metafóricamente.

En su discurso, Francisco también advirtió de que «evangelizar no es lo mismo que hacer proselitismo», pues la Iglesia católica «no es una asociación de fútbol que busca socios, pues evangelizar no es sólo convencer sino testimoniar que Jesús está vivo».