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El Papa aprovecha las páginas de su último libro, «Memoria e identidad», que salió ayer a la venta en España, para arremeter contra los homosexuales y las abortistas. De los primeros, dice que constituyen la «nueva ideología demoníaca» de esta era y, en cuanto al aborto, lo compara con el genocidio nazi.

Por otra parte, debido al mal tiempo y para evitar una recaída de su estado de salud y un remojón a los fieles, el Papa no se asomó ayer a la ventana de su apartamento para saludar a los asistentes a la audiencia pública, sino que se dirigió a ellos -reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano- por videoconferencia.

La audiencia pública de ayer iba a tener un formato diferente al normal, pero al final la intensa lluvia acompañada de una fuerte granizada que durante la mañana cayó sobre Roma cambió los planes previstos por el Vaticano.

Juan Pablo II, de 84 años, convaleciente de una crisis respiratoria aguda causada por una gripe que le mantuvo nueve días hospitalizado, se iba a limitar a saludar y bendecir a los fieles desde la ventana de su apartamento que da a la Plaza de San Pedro, a los que iba a dirigir unas breves palabras.

Pero vistas las inclemencias del tiempo se decidió trasladar a los fieles al Aula Pablo VI, cubierta y con capacidad para unas ocho mil personas, para desde allí seguir por videoconferencia las palabras del Obispo de Roma, que se trasladó a su Biblioteca Privada, el lugar donde celebra las audiencias a jefes de estado, primeros ministros, religiosos y otras personalidades.

Sentado en la silla de ruedas especial que le sirve para oficiar misa sin levantarse y que se ha convertido en la «silla gestatoria» del Pontificado, Juan Pablo II dirigió un breve discurso y después saludó en seis idiomas, entre ellos español, demostrando que está recuperando, lentamente, el uso de la palabra. El anciano Pontífice presentaba buen aspecto, dentro de sus limitaciones, aunque tenía la voz ronca y se le notaba cierta dificultad para respirar, que se acrecentó conforme fue avanzando en la lectura.