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El invierno trae, más allá de la bajada de las temperaturas, una serie de condiciones meteorológicas que comprometen seriamente la seguridad en las carreteras. Desde las lluvias y la nieve hasta el descenso de horas de luz, este combo climático puede acarrear graves consecuencias si no se presta la debida atención y precaución al volante.

Obviamente, una buena actitud en carretera puede reducir los riesgos pero también hay otros factores que pueden aumentarlos. Uno de ellos es el color de nuestro coche. Los vehículos que están acabados con un tono de pintura oscuro tienen más posibilidades de sufrir accidentes de tráfico en invierno.

Según confirma el comparador online Acierto.com, los expertos apuntan que los vehículos con carrocería oscura implican una menor visibilidad en carretera para el resto de conductores. Esta característica, como es previsible, se ve agravada tras el cambio de horario, cuando la visibilidad es menor.

Para hacerse una idea, en horario de mañana y con luz un coche blanco puede ser atisbado a 160 metros, mientras que uno negro se verá cuando solo queden 70 metros de distancia. Durante la noche, estas distancias se reducen a 100 y 30 metros respectivamente.

Por esta razón es primordial, sobre todo en invierno, revisar antes de salir a la carretera que las luces del coche están en perfecto estado. Son necesarias tanto para ver adecuadamente como para ser visibles cara al resto de los conductores.

Además de asegurarse de que todas funcionan correctamente, hay que conocer en qué momentos es necesario utilizar unas u otras para no cegar a los vehículos que vienen de frente e igualmente, es importante llevarlas bien reguladas para que la altura a la que iluminen sea la adecuada.

Un truco para cuando la visibilidad sea mala en carretera es fijarse en las líneas de la calzada, ya que reflejan más y siempre son visibles. En caso de que ni siquiera así se pueda conducir con seguridad, lo mejor será parar el coche y esperar mejores condiciones.