Como cualquier desarrollo técnico y tecnológico, los motores de hidrógeno también tienen detractores y defensores.

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Como cualquier desarrollo técnico y tecnológico, los motores de hidrógeno también tienen detractores y defensores. Los nuevos avances en los coches que incorporan este tipo de propulsión les permiten, cada vez más, tener un funcionamiento fluido y con más autonomía, más allá del problema de los puntos de recarga, que en España son casi inexistentes.

Por lo demás, la durabilidad de estos motores aumenta día a día y hay algunos modelos, como el Toyota Mirai, que ya han demostrado su eficiencia y sus múltiples posibilidades de uso tanto en ciudad como en carretera. Pero, aun así, el uso del hidrógeno en el sector automovilístico todavía está rodeado de mitos.

1. Es peligroso

Muchos detractores de estos motores afirman que el uso de hidrógeno como fuente de energía es peligroso y podría acabar provocando una explosión del tanque o la batería. Más allá de los riesgos que acompañan al uso de cualquier tipo de combustible, los del hidrógeno están contenidos primero porque la cantidad utilizada en las baterías es muy pequeña y, segundo, porque la construcción de los depósitos del coche sigue estrictos estándares de seguridad.

2. También es contaminante

Esta afirmación es completamente falsa, ya que además de que expulsa cero emisiones contaminantes a la atmósfera, el hidrógeno puede incluso obtenerse de energías renovables o como excedente en el resultado de procesos químicos para la obtención de otras materias. Su única emisión comprobada a día de hoy, en los coches, es vapor de agua.

3. Son muy caras

Es verdad que cuando empieza a desarrollarse un tipo de tecnología como esta, al inicio suele tener un coste elevado. Pero conforme avanza el desarrollo y la investigación en este tipo concreto de motores, más se abarata el precio. Muchas fábricas señalan que sucede y sucedió lo mismo con los coches eléctricos y que, según aumentó su comercialización y sus ventas, más disminuyó su precio.