El propulsor de 1,5 l. de este renovado modelo ofrece una gran finura de funcionamiento, además de desarrollar unas buenas prestaciones

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El vehículo que hemos probado en esta ocasión es un modelo ya histórico con una historia curiosa y cíclica, que dura ya más de 40 años. El actual Suzuki Jimny, durante el paso de los años ha sido comercializado con varias denominaciones, e incluso hasta las últimas versiones en Europa, habían elegido otros nombres para su comercialización.

En la mayoría de los países europeos (incluido España) se le conoció como Suzuki Samurai, aunque la serie LJ y todos sus derivados del fabricante nipón recibieron desde el principio el nombre de Jimny (por eso lo de historia cíclica).

La saga comenzó en Japón hace más de 40 años cuando salió al mercado el modelo LJ10, denominado para el mercado local como Jimny 360. La cifra hacía referencia a la cilindrada: 359 centímetros cúbicos.

Allá por el año 1998 fue cuando recuperó el nombre originario japonés para todo el mundo, es decir, el de Jimny… y hasta ahora.

Esta nueva versión de 2018 ha supuesto un cambio brutal en muchos aspectos del todo terreno, mejorando apartados que no se tenían tanto en cuenta como el de la seguridad o el de la conectividad. Hay una cosa que no se le puede negar en ningún caso, que es el de mantener la esencia que le ha llevado a ser uno de los todo terrenos de pequeñas dimensiones más longevos y vendidos del mercado, con clubes automovilísticos incluidos.

Estéticamente, ha recibido cambios sustanciales, aunque su diseño ha vuelto en cierta manera a los orígenes, con una parte delantera que recuerda a los todo terrenos auténticos, con ciertas similitudes a los Jeep de toda la vida. Eso sí, con una parte delantera mucho más imponente y seria que la que tenía el vehículo hasta el momento.

Los parachoques recuerdan también a los primeros modelos, es decir, que se le ha conferido un aspecto un tanto retro que le queda genial.

La parte posterior también conserva su genuinidad con un portón trasero que se abre de lado y con unos faros totalmente integrados en el parachoques trasero, que va totalmente a conjunto con la zonadelantera.

El motor ha sido otro de los aspectos que se ha cambiado y que se ha adaptado a los gustos actuales, con mayores prestaciones y con un consumo más ajustado, dos aspectos que los compradores tienen muy en cuenta.

El propulsor es un 1.5 de gasolina con cuatro cilindros en línea, que desarrolla una potencia máxima de 102 CV. Se trata de un vehículo con tracción posterior, aunque con reductora, que te permite grandes posibilidades en cualquier tipo de terreno.

Por primera vez, además de estar disponible en esta versión de cambio manual de 5 velocidades, existe la posibilidad de obtenerlo con cambio automático, sin perder sus propiedades todoterreno.

Las prestaciones, como es evidente, no es el punto fuerte de este vehículo, pero tampoco es lo que se pretende. Para acelerar de 0 a 100 tarda unos 13 segundos y la velocidad máxima es de 145 Km/h.

Aunque estas cifras sean más bien discretas, se trata de un vehículo mucho más ágil que el anterior en carretera y en ciudad y con una fuerza impresionante a la hora de subir cuestas aparentemente imposibles.

En el interior, los diseñadores han tenido la gran habilidad de haber combinado aspectos retro de versiones anteriores, como podrían ser los marcadores en sí, con pantallas digitales de última generación, sin que haya perdido genuinidad.

Las plazas posteriores son amplias, aunque con relativa poca distancia hasta el suelo y el maletero con las cuatro plazas disponibles, ofrece una capacidad mínima, de tan sólo 85 litros.