Bernardo Company es el propietario de este magnífico Willy de la Segunda Guerra Mundial que compró en 2008 | Miquel Àngel Llabrés

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Bernardo Company no es un coleccionista al uso, sólo tiene tres coches, pero cada uno tiene una bonita historia. Desde muy joven los coches le apasionan, ha sido piloto de rallies y en la actualidad participa en competiciones de regularidad.

Sus coches son verdaderas joyas y cada uno tiene una historia muy interesante. Solo hay que oírle hablar de ellos para reconocer que más que coches son historias que transmiten muchos sentimientos y de los que se encuentra realmente orgulloso. Es sin duda un hombre que admira sus coches y lo que ellos representan.

En esta ocasión nos presenta su Willy GPV de 1944 4x4 estándar de la II Guerra Mundial. El último propietario, antes de que llegara a manos de Bernardo, fue Manuel Rigo, que lo había adquirido en Toledo para poder utilizarlo en su finca. La verdad es que Rigo hizo muchas modificaciones, entre ellas el color del coche, que lo pintó de un amarillo un tanto fuera de lugar. Pero el coche era difícil de conducir y con el tiempo Rigo decidió que no podía con este vehículo y lo dejó arrinconado durante 20 años. Además del color un tanto chillón, también le cambiaron el motor Perkins que llevaba de fábrica por uno de la marca española Barreiros.

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Con el coche fuera de uso y sin que nadie se preocupara de él, Bernardo, que conocía al hijo de Rigo, decidió comprárselo. Una vez que el vehículo estuvo en sus manos, Bernardo decidió devolverlo a su estado original. Para ello contactó con Enrique Ochando, una persona que conocía el mundo de los Willy a la perfección, para que lo restaurara y lo devolviera a su origen. Para ello lo envió a Madrid y, tras una temporada, el vehículo volvió a la Isla como si estuviera recién salido de la fábrica allá por el año 1944, incluso con el cambio de motor del Barreiros al original Go Devil.

Este coche, además de esta historia hasta llegar a las manos de Bernardo, tiene una mucho más apasionante, ya que se ha podido comprobar por el número de chasis que fue uno de los vehículos del Ejército americano que participó en el célebre desembarco de Normandía.

Lo que no se sabe con seguridad es el camino que siguió el vehículo hasta llegar a España, pero la hipótesis más posible es que el coche llegara a través de la compra de material que el Ejército español realizó al americano una vez que terminó la Guerra de Corea, cuando ya se habían restablecido las relaciones de Estados Unidos con el régimen franquista. El vehículo terminó en la Academia de Toledo, donde una vez fuera de uso se subastó y cayó en las manos de Rigo, al que podemos considerar como el primer propietario civil.

Todo lo demás ya lo saben: un largo peregrinar desde el infierno de la guerra hasta llegar a las manos de Bernardo, que lo cuida y mima como algo muy especial, ya que ha sido testigo directo de los terribles acontecimientos que sacudieron el mundo durante seis largos años.