La marca italiana apuesta fuerte por este vehículo que incorpora un doble depósito, uno para gas metano y otro de gasolina, con lo que consigue un consumo muy bajo de combustible

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La Fiat Fiorino es ya una furgoneta legendaria que empezó a fabricarse allá por el año 1977, es decir, que es uno de los modelos más longevos de la actualidad, lo cual se nota en muchos aspectos. A pesar de ser un vehículo con más 41 años de historia y sólo tres generaciones con otros tantos restylings, evidentemente el diseño exterior ha sufrido mejoras importantes, aunque en equipamiento y en estética interior se ha quedado un poco anquilosado en el pasado. La fiabilidad y la veteranía son dos grados muy a tener en cuenta. Otro rasgo que lo hace interesante es el de la relación calidad/precio, que es de lo más ajustado.

Estéticamente, la parte delantera destaca por tener unos faros muy redondeados, que encajan perfectamente en la carrocería, que es redondeada, y casan también perfectamente con los parachoques más menos voluminosos.

La parte posterior, como suele pasar en la mayoría de las furgonetas, tiene un diseño más discreto, con unos faros rectangulares bicolor (rojo y transparente) de grandes dimensiones, situados en posición vertical, que no le quedan nada mal.

El modelo que hemos probado es el Fiorino Cargo 1.4 Natural Power GNC, un vehículo con dos depósitos, uno de gasolina, otro de gas metano. Incorpora un propulsor de combustión interna adaptado para utilizar gas como combustible, concretamente Gas Natural Comprimido, además de poder usarse con un combustible líquido como la gasolina.

Cuando se agota el gas natural acumulado, empieza a funcionar usando la gasolina del depósito. Con todo ello se consigue ser mucho más respetuoso con el medio ambiente, además de tener un ahorro importante en combustible, opción de lo más interesante para los transportistas o empresas que utilizan este tipo de vehículos normalmente.

Las prestaciones de este vehículo no es uno de sus puntos fuertes, pero tampoco tiene que serlo por el uso que se le va a dar. La particularidad de este tipo de motores es que usándolos con el motor de gas consiguen unas prestaciones inferiores que al usarlo con la gasolina y la potencia desarrollada también es inferior con el combustible líquido.

Así, la potencia oscila entre los 70 y los 70 CV dependiendo del combustible que usemos en ese momento. Evidentemente, las prestaciones también se resienten, con un 149 Km/h de velocidad máxima en ambos casos, pero con una aceleración superior al usarlo con combustible líquido, pero no son diferencias significativas.

CONSUMO
Donde sí se nota realmente la diferencia entre un combustible u otro es en el consumo, ya que hay más 2,5 litros de diferencia a los 100 Km entre uno y otro a favor del de gas metano, que consumo sólo 4,4 litros a los 100 Km.

Muchos os preguntaréis el porqué de llevar dos tipos de carburante en lugar de uno y que sea el de gas metano. Pues la respuesta es bastante sencilla: porque hay muy pocos sitios donde sea posible la recarga de gas y quedarse en medio de la carretera sin combustible es una faena.

La capacidad de carga de este modelo es de unos 2,4 m3 de carga con el asiento del acompañante abatido. Se pierde un poco de capacidad respecto a la versión con motor de gasolina o diésel porque el depósito de gas va instalado justo debajo de la cabina, con lo que ha subido el suelo, sin que sea un impedimento en absoluto. El interior desde mi punto de vista se ha quedado anclado un poco en el tiempo, con lo que visualmente no es demasiado moderno ni atractivo. Los marcadores son los clásicos de la marca italiana de principios de los 90, aunque sí se pueden considerar completos en cuanto a información y funcionales.

La consola central es también bastante ‘retro’, con una radio convencional, además de disponer de aire acondicionado en lugar de climatizador, que no es realmente necesario.
Existe la posibilidad de equiparlo con una pantalla superior, pero en esta unidad no se le había montado.