Paco Comas, junto a su Porsche 911, un llamativo deportivo.

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Francisco Comas Llabrés no puede ocultar su gran admiración por esta marca de coches. Sólo hay que verle la cara cuando hablamos con él. El entusiasmo con el que habla de la marca alemana deja patente que su pasión viene de lejos, como luego nos confirmó. Paco, que es como quiere que le llamemos, nos comenta que conseguir un 911 había sido como tocar el cielo —haciendo uso de la metáfora— y asegura que desde años estuvo persiguiendo este objetivos, aunque para lograrlo tuvo que ir sorteando dificultades y buscando oportunidades con otros coches hasta llegar al objetivo final.

Paco nos muestra orgulloso su Porsche 911 2.7 de 1976, que compró en 2013 coincidiendo con el 40 aniversario del lanzamiento del modelo por la marca alemana. Afirma que un coche como éste era el sueño de toda su vida. Explica que desde la infancia soñaba con tener algún día un vehículo como éste y el haberlo conseguido le produce una satisfacción personal muy grande, aunque reconoce que para lograrlo ha tenido que sortear muchas dificultades e ir poco a poco haciendo adquisiciones que ha ido restaurando y vendiendo hasta poder conseguir, hace cuatros años, el coche de sus sueños. Claro que hasta llegar aquí ha tenido que ir conformándose con tener otros vehículos, como un Porsche 914 que tuvo antes de conseguir el 911 que ahora posee. Todos fueron pequeños peldaños que había que ir subiendo para llegar a la cima.

El mundo de los coches le apasionó desde pequeño y por ello decidió estudiar mecánica, que le ha servido para hacer muchas de las reparaciones que ha tenido que llevar acabo en los vehículos que ha ido restaurando a lo largo de estos años. Sobre este 911 nos comenta que cuando lo compró estaba en muy malas condiciones, principalmente de mecánica y pinturas, ya que su anterior propietarios lo tenía hacía 20 años en un garaje sin utilizar, con lo que conlleva de deterioro en muchas de las piezas y componentes de estos vehículos que tienen una mecánica muy particular. Nada menos que dos años de trabajo le ha costado dejarlo como se encuentra en la actualidad. Un vehículo que parece salido de fábrica por lo bien cuidado que se encuentra.

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RESTAURACIÓN MINUCIOSA

Sobre la restauración del coche confirma que fue lenta y complicada, porque muchos de los trabajos lo hizo él mismo y con la ayuda de algunos amigos, pues dejarlo todo en manos de mecánicos profesionales es complicado y a veces imposible, por el coste económico que hay que asumir, aunque reconoce que trabajos como la pintura hay que dejarlos en manos de los profesionales, que es lo que él hizo.

Confiesa que al ser un capricho, no utiliza mucho este vehículo; para el uso diario tiene un utilitario como cualquier otro trabajador y suele conducir el Porsche 911 para salir con un grupo de amigos dos veces al mes para ir a algún sitio a merendar y hablar de la pasión que comparten: el amor por la lujosa marca alemana. Tampoco considera que sea un coche para utilizarlo a diario, aunque hay mucha gente que sí lo hace.

Admite que para él es como un regalo y por ello tratará de conservarlo el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones.