Pedro Alomar, junto a su Tatra 603 de 1960 fabricado en Checoslovaquia y que compró en 1995. | Juan Miguel Giménez

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Pedro Alomar es el propietario de uno de los coches más raros, o al menos más difíciles de ver por nuestras carreteras e incluso por las de la Península. Se trata de un Tatra 603 Serie 1 de 1960. Tatra es un fabricante automovilístico ubicado en la actual República Checa. Recibe su nombre de los Montes Tatras. La compañía se fundó en 1850 con el nombre de Nesselsdorfer Wagenbau-Fabriks-Gesellschaft y se dedicó a la fabricación de carruajes y carretas. En 1897 se convertiría en el productor del primer vehículo de motor de la Europa central, el «Präsident». En 1919 la compañía pasó a denominarse Tatra. Hay quienes afirman que Tatra es el tercer fabricante automovilístico más antiguo, tras Mercedes Benz y Peugeot. Tatra cesó la producción de turismos en 1999, pero sigue fabricando una exitosa gama de camiones todoterreno con tracción.

REPASO EN GENERAL

Por lo que respeta al coche que nos ocupa, Pedro nos cuenta que lo adquirió en 1995 cuando por motivos de trabajo se tuvo que ir a vivir a la República Checa. Cuando terminó de hacer lo que tenía que hacer allí, regresó a Palma y no dudó un instante en traerse el vehículo con él y desde entonces lo usa como su utilitario. El coche lo matriculó de nuevo al llegar a la Isla. Nos cuenta Pedro que este tipo de coches lo utilizaban básicamente los altos cargos del partido comunista cuando el país se llamaba aún Checoslovaquia, estamos hablando por tanto antes de la división de dos países, checos y eslovacos. El principal motivo de la salida de este coche al mercado fueron las constantes quejas de los altos cargos sobre los coches oficiales importados de la Unión Soviética. Tatra obtuvo un permiso para producir un coche de lujo, el famoso Tatra T603.

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Era un digno sucesor de los coches de preguerra, también con motor trasero y motor V8 refrigerado por aire, que contaba además con el sello aerodinámico distintivo de la compañía. El Tatra T603 tenía tres pares de faros frontales y el primero de los prototipos disponía de una aleta central estabilizadora en la parte trasera, aunque ésta desapareció en el modelo de producción. Muy al estilo americano, contaba con parachoques cromados de grandes salientes y tenía una apariencia sorprendente para 1955.

Pedro nos cuenta que no es un coche de un mecánica especialmente complicada, pero tampoco tiene problemas de piezas, pues aunque en España no hay, conserva buenos amigos en la República Checa que con solo una llamada de teléfono pueden proporcionarlr la pieza que necesite.

Nuestro interlocutor no se considera un coleccionista, aunque le gustan los clásicos, pero asegura que ya está muy mayor para emprender aventuras; no obstante tiene un Dyane 6 furgoneta de 1980, otro modelo poco habitual. Ambos coches los utiliza con frecuencia, ya que de lo que se trata es de disfrutar de ellos y no ser un esclavo de los mismos.