La marca alemana aun no apuesta por los motores downsizing porque los que monta actualmente son de lo más fiables y ahorradores. | Miquel Àngel Llabrés

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Si tuviéramos que definir al MINI como pequeño automóvil del segmento A, este modelo que hoy hemos probado se escapa claramente de esta definición. El nombre de MINI en sí ya tiene poco sentido y le vendría mejor el de MAXI Clubman, porque el espacio que tiene el interior es realmente grande.

El MINI Clubman supone otra mirada hacia adelante del fabricante integrado en BMW que ya hace quince años que puso a la venta el primer modelo después de hacerse con la marca. Y ya desde el inició cambió de segmento, al pasar del segmento A al B. Este Clubman ya estaría claramente en el segmento C.

De hecho se han aumentado las medidas exteriores e interiores del vehículo, con lo que se consigue que cinco pasajeros puedan ir más cómodamente sentados, sin renunciar a un maletero de generosas dimensiones.
Hay que decir que este modelo semi-familiar es el complemento al MINI clásico porque el Clubman ofrece la practicidad de la que prescinde el pequeño de la gama, sin renunciar al buen dinamismo típico de toda la gama MINI ni a su esencia.

Exteriormente, el Clubman presenta diferencias respecto al anterior, ya que se le han puesto más spoilers anteriores y posteriores para hacerlo un poco más moderno y atractivo, sin perder un ápice de la esencia del modelo del cual deriva.

PROPULSOR
El modelo que hemos probado es el MINI Cooper D Clubman, que dispone del mismo motor diésel de 150 CV que lleva el nuevo X1 que probamos recientemente. A pesar de ser el mismo propulsor, el comportamiento es muy diferente en uno y en otro vehículo por dimensiones, peso y cualidades dinámicas.

La versión que hemos probado llevaba cambio de marchas Steptronic automático de ocho relaciones, con tres modos de conducción, ECO, Normal y Sport. Entre el modo más eficiente y el deportivo se nota mucho el cambio de comportamiento. En el escalón más deportivo sube mucho más de vueltas antes de cambiar de relación, con lo que la aceleración es enérgica y permite adelantar con una gran facilidad. En la recuperación también se muestra rápido, con lo que este dinamismo propio del vehículo se ve reforzado de forma considerable.

El comportamiento en carretera es de lo más deportivo también gracias a tener el típico feeling del MINI, comparado siempre con el de un Kart. Podría incluso decir que al que le gusta conducir por carreteras viradas es el coche ideal. Eso sí, a costa de tener unas suspensiones un poco duras, lo que redunda en una menor comodidad de sus ocupantes, sin que llegue a ser un problema en absoluto. Apenas se nota el hecho de que sea una versión más larga.

El consumo también es de lo más contenido, con una media ofrecida por la marca de unos 4’4 litros, que nosotros hemos aumentado hasta los 5’8, con una conducción mixta, pero más o menos dinámica, que es una cifra que no está nada mal.

El interior es el típico del resto de gama, con muchas luces interiores que le dan una personalidad especial, o incluso con detalles como el hecho de que se vea reflejado el escudo de la marca en el exterior del vehículo cuando aparcamos de noche.

Los materiales del vehículo son de primera calidad, con gran cantidad de cromados de buena calidad y varios detalles específicos que incrementan el atractivo de este modelo más espacioso de Mini.