Exteriormente conserva la imagen de otros modelos de la ya extensa gama Mercedes. | Miquel Àngel Llabrés

TW
0

La primera versión de la Clase E de Mercedes se puso a la venta en el año 1976. Con esta ya van seis generaciones, la última del año 2009. El nuevo modelo que hoy nos ocupa es más que una simple generación más de esta familia, supone un cambio cualitativo importante y una semi-revolución de la marca, sobre todo en cuanto a interiores.

Este vehículo se encuentra un escalón por debajo del lujoso Clase S, aunque cada vez es menor la distancia entre uno y otro. Con este lanzamiento ha dejado de ser el pariente pobre del Clase S para convertirse en una gran opción para los que quieren espacio, distinción y comodidad, sin hacer un dispendio desorbitado de dinero.

Estéticamente, destaca por tener una parte delantera con un diseño prácticamente igual a la de los últimos productos de la marca alemana. La parrilla es de grandes dimensiones, al igual que el escudo de la estrella.

La parte posterior destaca por su sobriedad de línea, gracias al hecho de tener unos faros más bien cuadrados, con iluminación led.

De la estética de este vehículo también cabe destacar las llantas elegidas, que son de perfil bajo y con cinco radios dobles, que hay que reconocer que le quedan muy bien.

MOTOR
El propulsor que hemos probado es el más pequeñito de los diésel, el 2.0 de 194 CV, que son más que suficientes –con el cambio automático y secuencial– para que se pueda circular a un ritmo alto, con un grado de disfrute elevado.

Los cuatro modos de conducción de los que dispone son complementarios y permiten sacar lo mejor del vehículo en cada momento. Si se quiere llevar una conducción tranquila y eficiente, para eso está el modo ECO, y en el otro extremo se encuentra el modo Sport+, donde el motor cambia radicalmente para tener un comportamiento muy deportivo.

Otro de los aspectos que hay que destacar y que a mí más me ha sorprendido es el comportamiento del vehículo en carretera, ya que antes de conducirlo te da la sensación de que ha de ser un automóvil mucho más destinado a la comodidad, con suspensiones blandas, pero nada más lejos de la realidad. Al ser un vehículo bastante bajo y con una amortiguación más bien dura, en las curvas se maneja de manera muy precisa.

El interior del nuevo Clase E es toda una revolución en su concepción. Nos ha sorprendido mucho tanto el marcador como la pantalla de la consola central. La información del marcador ha huido totalmente de la instrumentación analógica para decantarse del todo por la digital, con gran cantidad de información para el conductor.

Por su parte, la consola central se distingue por no tener una pantalla separada de la consola en sí, sino que es prácticamente una continuación del marcador. Esto ha supuesto que la pantalla sea de unas dimensiones considerables, lo que la hace más práctica por poseer mayor información del funcionamiento del vehículo.

La comodidad de las plazas posteriores es otro de los apartados en los que el Clase E aprueba con nota gracias al hecho de tener los pasajeros mucho espacio para las piernas. Lástima del túnel central, que dificulta un poco la posición de las piernas del pasajero central, pero al ser ancho este inconveniente se minimiza.

Las calidades de los materiales que envuelven el interior son muy buenas, con una combinación interesante entre cuero y aleaciones diferentes que combinan perfectamente y le confieren un nivel de visual muy atractivo y elegante.