Exteriormente el nuevo GLC ofrece una estética de lo más moderna y atractiva, que se identifica claramente con el resto de la gama de la marca germana. | Miquel Àngel Llabrés

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La marca alemana ha sustituido la letra ‘M’ que caracterizaba a sus todoterrenos más ruteros por la ‘G’, un cambio que inició el GLA, al que siguieron el GLE y este GLC. Estos dos últimos se presentaron a la vez el pasado mes de septiembre y suponen una importante renovación en este segmento por parte de Mercedes.

Estéticamente, el GLC se caracteriza por tener una parte frontal de lo más llamativa gracias a sus faros de grandes dimensiones con un diseño agresivo, que van acompañados de una parrilla delantera muy vistosa. De la parte delantera también cabe destacar la iluminación diurna y la inmejorable visión nocturna de sus faros tipo led, que hacen que sea un gusto circular con el GLC de noche.

La parte posterior del nuevo modelo también está muy bien conseguida gracias a contar con unas luces de pequeñas dimensiones, no recargadas, que tienen un cierto parecido a las que lleva el nuevo Porsche Cayenne o el Macan.
La iluminación led de estas tulipas es de lo más atractiva de noche al hacer un dibujo muy vistoso, muy en consonancia con el de los demás vehículos nuevos de la gama Mercedes.
Otro aspecto destacable de la parte posterior del vehículo es la doble salida separada de escape, cromada, que le da un toque deportivo muy interesante.

MOTOR

El propulsor que hemos probado es el diésel de 2.143 cc y 170 CV con cambio automático 9G Tronic, que nos ha sorprendido gratamente gracias a unas prestaciones muy interesantes, sobre todo cuando el vehículo circula en modo Sport+.

Se ha puesto muy de moda últimamente en los vehículos de alta gama automáticos poder utilizar diferentes modos de conducción, empezando por la ECO, en la que las reacciones al acelerador son más lentas, pero también el consumo se reduce sensiblemente, lo cual supone un acierto.

En el Mercedes, precisamente, el modo que nos ha sorprendido más gratamente es el ecológico, con el que es posible mantener medias inferiores a los 5 litros de consumo medio, llevando una conducción tranquila, lo cual es realmente interesante en un vehículo de este volumen y peso.
En el modo Sport+, sin tener unas prestaciones explosivas, sí que se puede circular a un ritmo rápido en cualquier circunstancia, pudiendo llevar a cabo adelantamientos en un tiempo reducido, con lo que el dinamismo del vehículo se ve reforzado, al mismo tiempo que la seguridad.

El comportamiento en carretera del nuevo GLC es óptimo gracias a unas suspensiones muy bien estudiadas. Imagino que con el sistema neumático de suspensión Air Body Control el comportamiento del vehículo ya tiene que ser más que óptimo.

En las curvas este modelo se comporta de forma muy neutra, sin balanceos innecesarios, con lo que la trazada no hay que modificarla a no ser que se haga a una velocidad excesiva.

INTERIOR

El interior del vehículo hace honor a las exigencias de calidad de la marca, con unos acabados excelentes y acogedores que dan ganas de tomar asiento lo antes posible y hacer kilómetros. Los ocupantes de las plazas traseras tienen un espacio para las piernas más que suficiente, además de una buena altura hasta el techo.

La unidad que hemos probado incorpora asientos de piel claros, que cuentan con un tacto excelente y son de lo más cómodos.

La consola central cuenta con la típica pantalla de la marca alemana en la parte superior, que dispone de toda la información del vehículo, aunque requiere que el conductor se acostumbre a su manejo, porque no es táctil.