El nuevo modelo de la marca francesa ofrece un aspecto de lo más moderno, en el que destaca la fila de luces LED alojadas en la parte baja del parachoques.

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Acaba de ponerse a la venta el nuevo Citroën C1, que vuelve a ser producto del desarrollo conjunto entre PSA y Toyota, fruto del cual nacen los nuevos Peugeot 108 y el Toyota Aygo, además del vehículo que nos ocupa la prueba de esta semana.

Esta unión de fuerzas para el diseño de estos automóviles del segmento A dura desde el año 2004, que es cuando salieron los tres primeros modelos urbanos de las tres marcas. Los tres vehículos son prácticamente idénticos en diseño, salvo el frontal y las luces traseras, y se diferencian en el equipamiento y los tapizados interiores. El modelo que hoy nos ocupa, el Citroën C1, se ha puesto a la venta en tres tipos de carrocería: la de tres puertas, la de cinco puertas y la que Citroën denomina Airscape, que en España sólo se puede elegir con cinco puertas. Esta última tiene la peculiaridad que se puede retirar la parte del techo que está sobre la cabeza de los pasajeros, que es la que hemos probado nosotros.

El diseño de la parte delantera es realmente curioso, ya que los faros están divididos en tres partes claramente diferenciadas. Por una parte, las luces en sí, que son redondeadas y que recuerdan un poco a las del Chevrolet Matiz, y un poco más arriba están los intermitentes y las luces de posición. En la parte de abajo hay una pequeña línea de luces LED, que es prácticamente igual a la del Citroën C3.

La parte posterior se parece a la del Citroën DS3, con unos faros bastante cuadrados que le dan un cierto aire deportivo. De la estética también cabe destacar el techo de tela que se abre para dar una cierta sensación de cabrio.

El propulsor que hemos probado es el más potente de la gama, que es el 1.2 de tres cilindros, que entrega una potencia máxima de 82 CV. De este motor nos han sorprendido muy gratamente sus prestaciones, ya que todos los apartados los ha superado con buena nota.

Acelera de manera uniforme desde bajas vueltas hasta las 6.000, hasta el punto de que se puede llegar a los 100 Km/h en segunda, lo cual da una idea de su comportamiento claramente deportivo. Así, pasa de 0 a 100 Km/h en poco más de 10 segundos.

En la recuperación de vueltas, el propulsor también se comporta de manera efectiva, sin que le cueste en exceso.
El consumo medio de 4’3 litros ofrecido por la marca no dista demasiado de los 5’8 que hemos conseguido nosotros, llevando una conducción más o menos alegre.

El comportamiento del Citroën C1 en carretera es bastante neutro, ya que se han elegido las suspensiones adecuadas para poder entrar en curva sin que tienda a subvirar ni a sobrevirar, lo cual se agradece. Por como se comporta en carretera, parece que se trata de un vehículo de mayores dimensiones.

El interior es otro de los apartados donde la marca ha echado el resto para darle un cierto carácter juvenil, aunque sin pasarse. Los asientos delanteros son de una sola pieza, sin que los reposacabezas se puedan subir o bajar y la estética del cuadro de instrumentos y de la consola central son bastante originales también.