Bartolomé Barceló, junto al Chevrolet Internacional de su propiedad.

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El azar quiso que Bartolomé Barceló se encontrara con este Chevrolet Internacional de 1926. Barceló es un mecánico enamorado de los coches antiguos que dispone de una colección de tres coches de diferentes épocas y comparte esta afición con su mujer y su hijo pequeños. Este Chevrolet es un auténtico coche de carreras que aún hoy alcanza velocidades muy interesantes para un vehículo que ronda los ochenta años.

Bartolomé nos cuenta que hace seis años lo encontró por casualidad, un día lo vio aparcado cuando circulaba con su coche y tras hacer algunas averiguaciones resultó ser de un amigo suyo que lo había traído de Argentina, aunque sin documentación, sólo los permisos necesarios para pasar la aduana. Una vez hecha la negociación, comenzó a ponerlo a punto y consiguió los papeles necesarios para poder circular.

El coche es un monoplaza de carreras de 3850 cc y seis cilindros que puede alcanzar una velocidad punta de 120 km/h. Los 138 caballos de su motor le hacen rugir como si de un monoplaza moderno de Fórmula Uno se tratara. Puede circular con total comodidad a velocidades de 80 ó 90 kilómetros todo el tiempo que sea necesario. Es un modelo único que su propietario tiene en gran estima, aunque reconoce que dada su estética es demasiado vistoso para circula a diario con él, por ello lo utiliza para exhibiciones o concentraciones concretas, ya que despierta la admiración de todo aquel que lo ve circular. También destaca que hay que dedicar muchas horas de trabajo para poder tenerlo en perfecto estado, aunque reconoce que aún hoy en día se pueden encontrar piezas de repuesto si fuera necesario cambiar algunas, ya que es un modelo que se hizo muy popular en algunos países de Sudamérica, como Argentina, lugar de donde llegó éste. Con este modelo la marca norteamericana hizo sus pinitos en el mundo de las carreras.