Dos profesoras de los intoxicados durante el viaje de estudios del IES Manacor: «Hemos sentido falta de humanidad»

Catalina Ros y Catalina Barceló cuentan que han vivido una auténtica odisea

Catalina Ros y Catalina Barceló, profesoras del IES Manacor.

TW
30

«Ha sido una odisea, como una pesadilla». Así definen dos de las profesores del IES Manacor el viaje de estudios de este año de los alumnos de cuarto de la ESO. Lo que iba a ser un viaje para recordar y cerrar una etapa importante para los estudiantes se convirtió en un horror después de que hasta 30 de los 64 alumnos que participaban del viaje sufrieran una intoxicación.

Catalina Ros, profesora de castellano, y Catalina Barceló, profesora de catalán y secretaria del centro, vivieron en primera persona este viaje. «El lunes empezamos el viaje con mucha ilusión y alegría, aunque duró más bien poco», explica a Última Hora Catalina Ros.

«El segundo día ya detectamos los primeros casos, algunos alumnos sentían malestar y molestias estomacales, aunque no fue hasta días después que fuimos conscientes de la gravedad de la situación», matiza Barceló. «Iban cayendo como moscas», recuerdan las profesoras.

Tras observar la evolución de la situación, el claustro ya empezó a sospechar de una intoxicación alimentaria. Sin embargo, durante todos los días que duró el viaje, y pese a que los estudiantes fueron vistos por médicos, en todo momento se les dijo que era un virus. «Nos sentimos muy desprotegidas por parte de la sanidad de la comunidad», explican. «Hemos sentido falta de humanidad en muchas ocasiones», añaden.

«Los médicos vinieron al hotel de Sevilla donde nos hospedábamos e incluso tres ambulancias diferentes se llevaron a tres alumnos, pese a ese, no teníamos ninguna información», lamentan.

Noticias relacionadas

Ellas eran las máximas responsables de los estudiantes por lo que «debimos asumir todos los roles, desde padres y madres a enfermeras o celadoras», cuentan. Pese a que cuatro de las docentes también padecieron síntomas «íbamos a comprar el medicamento, lo administrábamos, vigilábamos su evolución y además continuamos las actividades con el resto de grupo. Además de acompañar a los más graves al hospital», recuerdan.

«Estaba una profesora sola en la que llamamos 'la planta de los enfermos', esto es una responsabilidad muy grande», explican. Una situación que les ha hecho reflexionar sobre su futuro. Catalina Barceló asegura que «la verdad que esta experiencia me ha hecho reflexionar y por ahora pongo un paréntesis o quién sabe si un punto final a los viajes de estudios».

Pese a todo, reconocen que «todo hubiera podido ser aún peor» y que contaron con la colaboración de los alumnos y del propio centro en todo momento.

Una vez en el aeropuerto, cuando la pesadilla estaba cerca de llegar a su fin, aún sufrieron un rato más. Además de un retraso de más de tres horas en el vuelo de regreso, «una de las alumnas se encontraba muy mareada y desde la tripulación casi la obligan a quedar en tierra», recuerdan.

«Es una pena, ya que el viaje de estudios suele ser un viaje para recordar. Y aunque se continuó con la mayoría de actividades, todas tenían ya un sabor agridulce», matizan.

Pese a las múltiples veces que se recurrió a la sanidad andaluza, aún hoy no tienen los resultados de algunas pruebas. De hecho, hasta su llegada a la Isla, no se pudo confirmar que se trataba de salmonelosis.