Pep Gelabert (Manacor, 1984) es el único, o uno de los pocos, que sigue fabricando a mano y de forma individual cada una de las piezas que vende. Este maestro artesano fabrica exclusivamente mecedoras mallorquinas. Lleva el oficio en la sangre, y aunque los tiempos hayan cambiado mucho no está dispuesto a renunciar ni a la calidad de sus productos ni a sus raíces.
En el taller que abrió hace más de 75 años su abuelo, Gelabert continúa hoy en día fabricando de forma artesanal. Pep Gelabert es la tercera generación de una familia de carpinteros. Su abuelo, también Pep, fue quien en los años 50 empezó el camino, que años después continuaría Miquel, su padre. Hace unos cinco años, el joven tomó el relevo pese a las dificultades que ya sabía que encontraría. «Hoy en día es muy difícil vivir con este trabajo, y más aún con mucha gente que quiere aprovecharse del trabajo de los artesanos», reconoce. Sin embargo, «la satisfacción de ver una mecedora acabada hecha toda con tus propias manos, merece la pena», sentencia.
El elaborar un único producto y de una manera especial les ha permitido crear su propia seña de identidad. De hecho Balancins Gelabert es una marca registrada.
«Hace más de cien años que se empezaron a fabricar estas mecedoras, que aunque se distribuían por toda la Isla tienen su origen en Manacor», cuenta Pep.
En su día a día, Gelabert se encarga solo de todo el proceso de fabricación, desde traer la leña a cortarla, crear la estructura o tapizarla, entre muchos otros matices de por medio. «Para hacer una mecedora como lo hacemos nosotros hace falta mucho tiempo», un tiempo que después compensa el producto. «Las mecedoras que fabricamos son productos para toda la vida».
El taller, ubicado en la calle del Bonjesús, mantiene, igual que su oficio, la esencia de antaño. De hecho, casi todas las máquinas que encontramos eran ya de su abuelo «y sobre todo, son todas manuales. Son máquinas increíbles que pueden hacer más de una función, pero eso sí, el trabajo lo haces tu», matiza.
«Siempre he sentido esta nostalgia de mantener la artesanía del producto, por eso he seguido el mismo proceso de elaboración que inició mi abuelo y mantenido la técnica de la curva invertida como sello personal de la familia y nuestra marca».
Pep Gelabert es la excepción que confirma la regla. En un mundo industrializado, trabajo en serie y de una vida de todo al momento, aún quedan algunos jóvenes dispuestos a mantener vivas las tradiciones y oficios de toda la vida.
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