Poco a poco comienzan a rehabilitarse algunas viviendas como segundas residencias. | R.P.F.

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Biniarroi, la cuarta alquería sarracena de Mancor de la Vall, abandonada durante siglos tras registrar el mayor deslizamiento de tierras de la historia de Baleares (en el lluvioso invierno de 1781), comienza a aflorar trescientos años después de la catástrofe.

Lo hace poco a poco. La falta de un plan especial urbanístico dificulta enormemente la obtención de las licencias de obra, imprescindibles para recuperar las viejas casas, que quedaron congeladas en el tiempo después de que sus últimos habitantes se marcharan con las grandes nevadas de 1956.

El deslizamiento de 1781, aunque excepcional, no había sido un fenómeno meteorológico único. Le siguieron otros importantes corrimientos geológicos en 1814 y 1943. Las grandes nevadas de 1956 le dieron la puntilla. Con ellas se marcharon a vivir a Mancor los últimos biniarroiers.

Mapas originales de 1721 del deslizamiento, del ingeniero Pedro Montellano.
Mapas originales de 1721 del deslizamiento, del ingeniero Pedro Montellano.

A partir de ese momento el paso del tiempo fue diluyendo la alquería en la memoria colectiva a la par que la maleza hacía desaparecer su antiguo camino de herradura. En el año 2000, Joan Gual, nieto del último alcalde de Biniarroi, destinó buena parte de sus ahorros a la compra de dos de las casas del llogaret una para él y su mujer y otra para su hija Antònia. Le enamoraron la tranquilidad y las vistas. Tras un cuidadoso proceso de restauración urbanística, en un momento en el que el Ajuntament consentía la rehabilitación en ausencia de normativa urbanística, los Gual se empadronaron en 2009 en el núcleo que el patriarca Joan había dejado junto a su familia a la edad de cinco años. Por primera vez en muchos años Biniarroi volvía a tener oficialmente vecinos, aunque solo fueran tres.

En 2015 el abogado Tirso Tarragó, conocido por haber intervenido en importantes operaciones inmobiliarias, como la venta de la Fortalesa de Pollença, adquirió algunas de las antiguas propiedades e impulsó la creación de la Asociación de Vecinos Cultural y Medioambiental de Biniarroi y el Puig de Suro, con el objetivo de revitalizar y poner en valor este rincón de la Mallorca sarracena y convertirlo en un destino turístico para una clientela de alto nivel que busca privacidad y descanso. «Es un lugar con un encanto y un paisaje únicos, confiamos en que en diez años pueda estar restaurado y revitalizado», explicó entonces a Ultima Hora.

Abogaba por la aprobación de un Plan Especial Urbanístico que desbloqueara y facilitara la tramitación de licencias de obra, pero este nunca se llegó a redactar. Cuando Guillem Villalonga (Més) llegó a la Alcaldía de Mancor ese mismo año, se marcó como prioridad recuperar el viejo camino público. Existe otro asfaltado más moderno que permite el acceso rodado, pero es de propiedad privada.

«Recuperamos el camino que se había comido la maleza pero no llegamos a redactar ningún plan especial urbanístico. De hecho recuerdo que tuvimos que paralizar las obras que se hacían sin licencia en una de las viviendas que después se completaron cuando obtuvieron el visto bueno de patrimonio», relata. Aquella senda sigue siendo transitable a día de hoy y es una excursión accesible para familias con niños.

El último tramo del camino de Biniarroi ha sido empedrado por el Consell.

Tampoco ha iniciado la redacción del plan especial el nuevo alcalde de Mancor de la Vall, Pep Frontera (PP) que asumió el cargo hace ahora poco más de un año.

Joan Gual, nieto del último alcalde de Biniarroi falleció con el sueño cumplido de volver a ser un biniarroier, pero tras su fallecimiento, el padrón municipal a vuelto a cero, aunque hay algunos propietarios que tienen allí segundas residencias. Su hija Antònia Gual explica que vendió su casa, aunque mantiene la de sus padres.

Mira hacia el futuro con relativo optimismo. «Se están vendiendo y rehabilitando muchas casas». «Aunque es complejo, porque todo tiene que pasar por el Consell de Mallorca, el pueblo se va recuperando y poco a poco se va haciendo un proceso de restauración», concluye.