Imagen de la Iglesia de Sant Llorenç, en Palmanova, situada junto a varios hoteles. | Jaime Mora

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El albergue proyectado por el Obispado de Mallorca en el centro parroquial de Palmanova genera muchas dudas entre sus vecinos. Y no de hoy. El presidente de la Asociación de Vecinos de esta localidad calvianera, Joan Ferrer, lleva ya un par de años advirtiendo de su oposición al plan que ha trazado la Iglesia, que recaudará fondos para el albergue a través del chiringuito de playa ubicado a los pies del Oratori de Portals.

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El principal motivo es su voluntad de mantener «viva» la parroquia. No en vano, la obra que permitirá acoger a más familias de las que actualmente residen en los tres pisos contiguos a la iglesia, supone la eliminación de las cocinas y comedores, que serán sustituidos por un espacio comunitario ubicado en la planta baja. Es decir, en el lugar que hoy funciona como centro parroquial. Así, según la entidad vecinal, se acabará con la posibilidad de generar actividades entre los feligreses, para dar cabida a un comedor social en el que, censura Joan Ferrer, se podrían producir algunas «colas del hambre» que a su parecer «ofrecerían una imagen inadecuada en un entorno tan turístico».

Advierten además desde la Asociación que la parroquia fue construida gracias a la contribución altruista de Llorenç Roses Bermejo -de ahí el nombre de Parroquia de Sant Llorenç-, por lo que, en su opinión, «no se la debería apropiar el Obispado» a través de la iniciativa que impulsa Cáritas Diocesana. El mayor temor de la Asociación es que el destino final de la parroquia de Palmanova acabe siendo el mismo que el de la de Es Capdellà, convertida en una iglesia que solo abre para las misas de domingo.