«No vamos desnudas ni utilizamos ropa explícita», señala una de las bailarinas del local.

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La abogada de la discoteca Temple de Magaluf, Rosario Molina, ha solicitado el levantamiento provisional de las medidas adoptadas contra la discoteca de Magaluf tras la sanción impuesta por incumplir el artículo 7 de la Ley de Excesos. Entiende la letrada que la decisión adoptada atenta contra el derecho al trabajo y a la libertad de empresa, y recuerda además que, con su texto, la normativa autonómica penaliza comportamientos «en función de la calle en la que se realizan», algo que perjudica a las discotecas ubicadas en la ‘zona de excesos’ marcada por el Govern.

Para Rosario Molina, el cierre del negocio podría causar un daño «irreparable» a la empresa y a sus trabajadores, y confía por ello en que, este mismo fin de semana, Temple haya podido ya reabrir sus puertas. Eso sí, de momento deberá hacerlo sin utilizar bailarinas, al entender la ley que están siendo cosificadas por ejercer su trabajo a la vista de la posible clientela.

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Tal como avanzó este diario el pasado domingo, es la primera vez en que la Ley de Excesos, vigente desde 2020, multa a una discoteca por contar con bailarinas en su equipo, a pesar de que son varios los establecimientos que han venido utilizando a estas empleadas durante los últimos años. Las dos mujeres que trabajaban en Temple ya han perdido su trabajo porque no quisieron ser readaptadas a otras funciones, y ahora, de la mano de Caeb Restauración, han empezado a trabajar para crear una asociación que defienda sus intereses y su «dignidad».

Barbora Novakova, bailarina checa de 31 años, fue quien subió al podium de la discoteca antes de que les interpusieran una sanción que no bajará de los 60.000 euros. Ha redactado un escrito en el cual subraya su «pasión» por el baile. «No vamos desnudas ni utilizamos ropa explícita», señala ella, al tiempo que dice «no entender» porqué la ley «denigra» su profesión.

El texto de la norma prohíbe la «cosificación» e «hipersexualización» de la mujer en Magaluf, Sant Antoni y la Platja de Palma, aunque no concreta cuáles son los comportamientos que suponen esa denigración de la mujer, de modo que podría quedar al arbitrio subjetivo del agente sancionador, con la consiguiente inseguridad jurídica. Algunos empresarios se cuestionan si un pantalón corto, un escote o una vestimenta ajustada, de hombres o mujeres, puede también llegar a ser considerado como cosificación del cuerpo. Mientras, Novakova busca un nuevo lugar en el que poder trabajar, y formula un deseo: «Espero que podamos volver a bailar muy pronto».