Imagen del Palau de Sineu. | Pascual Ribot

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Seis años después de su clausura total, el Palau de los Reis de Mallorca en Sineu, vuelve a abrir sus puertas para todos aquellos, que con cita concertada hayan llenado las solicitudes pertinentes para su acceso. Las paredes del Palau volverán a sentir el paso de la gente circulando a través de sus pasillos y pudiendo observar una de las estructuras más emblemáticas de la arquitectura mallorquina en pleno centro de la isla. En 2016, la última monja de clausura salió del recinto poniendo punto y final a más de 400 años de clausura concepcionista.

Ahora, más de un lustro después, el Bisbat de Mallorca ha decidido poner punto y final a su cierre y abrirlo al público el día de Sant Marc, patrón de la vila de Sineu. Además, se han elegido el 22 de abril y el 29 para que los más de 300 interesados puedan visitar un trozo de la historia del pueblo.

El Palau de Sineu abre las puertas al pasado
La torre del Palau preside el extenso jardín.

El Vicario Espiscopal por el Patrimonio Cultural del Bisbat de Mallorca, Francesc Vicens, ha explicado como se ha llevado a cargo esta habilitación del espacio. «Nos encontramos un Palau congelado porque las monjas que habitaban estas paredes iban dejando clausuradas zonas que ya no usaban y nos ha ayudado a poder conocer como era de verdad el día a día aquí dentro». El Palau fue propiedad de los Reis de Mallorca durante los años que fue un reino privativo, cuando llegaron las monjas concepcionistas hasta hace seis años. «Las mujeres eran empoderadas y autónomas. Eran un pilar indispensable para el pueblo en momentos complicados y hemos intentado dar cuenta de ello a lo largo de toda la exposición.», insistió el Vicario de Patrimonio.

Por otro lado, la técnico en gestión del patrimonio cultural del Bisbat de Mallorca, Sandra A. Rebassa, analiza los problemas y las necesidades a las que se enfrentaron para poder afrontar esta restauración. «Uno de los principales problemas que hemos encontrado ha sido la presencia de colonias de termitas y es por ello que el proceso ha sido mucho más largo que lo que teníamos previsto», comenta. A su vez, reconoce que la intención es que el paso por esta exposición sea para dejar patente el estilo de vida que llevaban las monjas. «Esta restauración es fiel con lo que ya estaba aquí. Hemos hecho trabajos muy complicados para poder enseñar con lo que se trabajaba aquí dentro y como residían. Su día a día en el huerto, el jardín, en la capilla...», afirma Rebassa.

Este complejo cuenta con espacio para 40 personas, pero como comentó Francesc Vicens, nunca llegó a estar lleno del todo. «Es complicado en este tipo de conventos que se pueda terminar de llenar, pero algunas veces se han llegado a congregar unas 30 monjas al mismo tiempo», confirmó. Vicens, además, cree que este espacio tiene que poder cohabitar con la exposición y la residencia de mujeres. «Queremos que en el tiempo vuelva a tener el uso que ya tuvo y que también se puede visitar cada cierto tiempo». mencionó. Sea como sea, Sineu ha vuelto a recuperar una parte de su historia religiosa y podrá adorar uno de sus mayores patrimonios.