Jaume Gaviño es un creador abierto a cualquier herramienta de su oficio. | R.P.F.

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El fotógrafo Jaume Gaviño, que nació en Palma en 1970 pero ha pasado gran parte de su vida en Felanitx, destaca por una sensibilidad especial a los espacios y las atmósferas. Sus obras se ven condicionadas por el uso de técnicas antiguas, como pude ser la cianotipia, en las que es todo un experto. Forma parte de una tendencia en ese arte que está cada vez más extendida y que rescata técnicas y formatos que hasta hace poco se pensaban obsoletos. Nadando a contracorriente, la fotografía de este creador indaga en sensaciones que se paladean con lentitud, frente a la inmediatez del culto a lo instantáneo. Suyas son algunas imágenes que, rescatando lugares al borde de la desaparición, se consolidan como iconos permanentes y que le han dado varios premios y reconocimientos como el Rei en Jaume de Calvià o el XIX Premio Joan Balaguer de Fotografía, en Algaida.

¿Cómo valora la situación que vive actualmente el arte fotográfico en Mallorca?
—Sin duda la fotografía digital es la imperante, tanto dentro como fuera de la Isla, pero hay una visible vuelta a la fotografía analógica, a los procesos artesanales, a la magia que se podía experimentar en el laboratorio. El problema es que estos procesos y los materiales necesarios resultan ser caros y por ello no siempre se dispone de los medios para desarrollar una gran producción tan amplia como puede ser si se usan los actuales métodos digitales, que están mucho más implantados.

¿Cuando comenzó a interesarse por este tipo de procesos tradicionales de la fotografía?
—Mis inicios en la fotografía ya estuvieron muy relacionados con estos procesos, equipos y materiales analógicos. Pero los verdaderamente más tradicionales los descubrí en la Escola d’Art i Superior de Disseny de les Illes Balears (EASDIB) como alumno. Aquellas enseñanzas fueron algo maravilloso e increíble para mi. Esa formación me dio la posibilidad de poder volar todo lo alto que quisiera. Supone un esfuerzo trabajar de esta forma, pero sin ninguna duda el esfuerzo valió la pena. Hoy por hoy en este campo de la fotografía, gracias a todo lo que he podido hacer y aprender, me siento realizado.

Como creador, ¿qué cree que le ha aportado el uso de estas técnicas tan antiguas y en apariencia obsoletas?
—Me han aportado nuevos y muy amplios horizontes creativos. En ellas existe algo incomparable. Hay una magia en sentir que se está realmente creando algo único y especial. Actualmente estoy muy centrado en la creación con cianotipias. Esta técnica tiene como gran peculiaridad el que no pueden existir dos obras iguales, ya que el proceso de trabajo para obtener una imagen es totalmente artesanal en todos y cada uno de sus pasos. Además, es necesario invertir muchas horas de dedicación, que son fundamentales para que los resultados sean satisfactorios. Como factor especial añadido a todo esto, con las cianotipias no se puede dar nada por seguro hasta que el resultado final se tiene entre las manos.

¿Cómo define su presente y su futuro en el arte?
—Mi presente sin ningún tipo de dudas va de la mano de seguir experimentando y descubriendo lo que me pueden aportar estos procesos artesanales. Eso por un lado, pero por otra parte también cuento lo que me puede dar el mundo de la fotografía digital. Hay que tener una mentalidad abierta y creo que lo mejor es no renunciar a ningún vehículo de expresión. Para mi lo más acertado es el poder usar lo mejor de cada uno de esos dos mundos, en apariencia tan contrapuestos. Mi futuro lo veo en seguir creando con la misma pasión y ganas que hasta ahora y mostrando mi obra a todo aquel que quiera interesarse por ella tanto dentro como fuera de Mallorca. Pero también quiero seguir aprendiendo y mejorando todo lo que pueda para plasmar en el mundo fotográfico todo aquello que sea capaz de soñar y que necesite expresar y transmitir a los demás.

¿En general, diría que hay algún rasgo peculiar que pueda definir la fotografía que se hace en la Isla?
—Hay grandes y continuados intentos de apertura por parte de los fotógrafos mallorquines hacia el exterior. La insularidad, como en muchos otros ámbitos    artísticos y sociales, aún es un gran obstáculo difícil de superar de cara tanto a producir    como a exponer, ya sea en la Península como en el extranjero. Pero poco a poco, con esfuerzo y tenacidad, vamos conquistando nuevos horizontes y metas. Ser fotógrafo aquí es en muchas ocasiones una actividad complicada, difícil, pero eso creo que a todos los artistas nos hace ser todavía más luchadores. Todo es cuestión de trabajo y constancia, demostrar pasión por lo que se hace y sobre todo no desistir jamás.