El arquitecto Carlos Lamela, Cofundador de Estudio Lamela. | ESTUDIO LAMELA

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Carlos Lamela, cofundador y presidente ejecutivo del Estudio Lamela, trabaja junto a SCT Arquitectura en la reforma y ampliación del Hotel Formentor. Su despacho está detrás de proyectos tan emblemáticos como la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez o el complejo Canalejas en Madrid. Habla sin tapujos del futuro del Hotel Formentor que reconstruirá fielmente tras su demolición integral.

¿Cómo podrá el hotel Formentor dar vistas al mar a todas sus habitaciones sin abrir nuevos huecos en la fachada?
— Es sencillo: reduciendo habitaciones y reubicándolas. Era un requerimiento del cliente. Antes había unas 120 habitaciones y ahora habrá 112. No todas las ventanas eran habitaciones y lo que hemos hecho ahora es optimizar. Son balcones con recercados ya existentes. Retrasamos la fachada interior, pero la volumetría, la estética y los huecos de la fachada son idénticos a los que había en el hotel. Era un requerimiento del cliente. Siempre lo entendimos así y vamos a respetarlo en la reconstrucción. Una persona que lleve 15 años sin ver la fachada de Formentor y se aproxime desde el mar no notará la diferencia entre el original y la reproducción.

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El proyecto inicial de Reforma Integral y Ampliación contemplaba la demolición y redistribución de todos los interiores pero no de las fachadas del hotel, ¿Cómo se ha llegado a este punto?
— Vimos que era imposible mantener los muros y forjados originales, estaban tan deteriorados y la construcción era tan precaria que era imposible cumplir con el código técnico. Todo se reconstruirá exactamente adecuándolo a los parámetros actuales. Desde el principio sabemos que es una obra compleja, no ya porque se haya demolido, sino por dónde está (con las dificultades logísticas que ello implica), por su historia. Todos somos profesionales con gran experiencia y solvencia. Y no es posible pensar que Four Seasons, una de las cadenas más importantes del mundo, vaya a hacer algo que comprometa el patrimonio y el paisaje. Buscamos la absoluta excelencia por todos los lados.

¿Todavía puede haber sorpresas?
— Se puede decir que el proyecto está prácticamente acabado. Sabemos que todos los ojos miran a esta obra y soy consciente de que hay que hacerlo todo perfecto. Nuestro compromiso es con el cliente, pero también con toda la sociedad. El hotel Formentor va a ser fiel a su historia pero a la vez va a tener dotaciones que antes no tenía. Estamos hablando de un establecimiento de primera élite a nivel mundial. Demanda una serie de equipamientos (SPA, piscinas, calidades de los jardines o de los aislamientos) que antes no tenía.

Me dice que sabe que todos los ojos miran a esta obra. ¿Era consciente de ello al aceptar el encargo de la reforma?
— Es un proyecto importante. Todos sabemos que para Baleares, para España y para el mundo hotelero el Formentor es un establecimiento de referencia y siempre lo fue. Para nosotros, que hemos tenido la oportunidad de colaborar en el proyecto con SCT Arquitectos, es un orgullo. Conocíamos el hotel. Mi padre se hospedó allí en los años 50 o 60, yo curiosamente nunca lo hice. Pero sé de su importancia histórica, de su relación con la cultura, de los premios Formentor… Entiendo la inquietud de la sociedad balear y siempre intento tranquilizar. Cuando la obra esté acabada la gente verá que era una intervención completamente necesaria, es algo parecido a lo que vivimos con el complejo Canalejas en Madrid. Comprendo que son cuestiones muy sensibles y que es difícil evacuar las dudas cuando ahora no hay nada allí. A veces para que las cosas perduren tienen que desaparecer temporalmente.