Empresas punteras reabren viejas fábricas de calzado de Inca con nuevas actividades | J.R.

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Las antiguas fábricas de calzado y piel de Inca han atraído la atención de empresas punteras en diversos sectores, que han visto en estos grandes edificios una oportunidad para reabrirlos y desarrollar nuevas actividades.

En estos momentos se están llevando a cabo hasta cinco proyectos en fábricas que llevan cerradas décadas o que lo han hecho en los últimos años acuciadas por la crisis del sector del calzado. El más sonado es el de Can Beltran que, gracias a una inversión de tres millones por parte de la firma WDNA, el conjunto formado por las naves industriales y el palacete anexo será reconvertido en un centro de innovación y economía circular gestionado por 3 Salut Mental.

En proceso de ejecución se encuentran otras dos iniciativas. En la antigua fábrica Flavia, situada en la esquina de la calle Barco con la calle Llorenç Villalonga, se están realizando las obras para instalar un gimnasio 24 horas de una prestigiosa cadena internacional, que abrirá en los próximos meses. También la fábrica de calzado de George’s, que cerró en 2017 y cuyo edificio ha sido adquirido por Quely, está en obras. La empresa inquera tiene previsto instalar en breve oficinas y espacios administrativos.

En la avenida de Lluc se encuentra Can Ballester y en 2020 se anunció una inversión de capital alemán para reconvertir esta fábrica en un hotel urbano enfocado al cicloturismo en la Serra de Tramuntana. El proyecto sigue en marcha y está previsto que abra sus puertas en un futuro próximo.
Consolidación La Fundació Es Garrover amplió en 2019 sus instalaciones en Inca con la apertura de la fábrica de Can Pieras, que data de 1955. Bajo el nombre de Garrover Estació, al estar muy cerca del tren, la entidad dispone de un espacio de 872 metros cuadrados para dar mejor respuesta al creciente número de usuarios.

Existen en la ciudad dos ejemplos de reconversión industrial de antiguas fábricas de calzados y piel que ya se han consolidado. El primer caso fue el de Can Melis, que a principios de la pasada década pasó a ser la sede del Registro de la Propiedad y a acoger el gimnasio Illes y un bar, entre otros servicios, gracias a la iniciativa del empresario y mecenas Pedro Pascual. Muy cerca se encuentra la Fàbrica Ramis, que en 2015 reabrió como centro de cultura e innovación gracias al empeño de Joan Ramis, nieto del fundador de la empresa de calzado y textiles. En estos siete años se ha erigido como sede de convenciones, conferencias, encuentros y de varias ferias temáticas por las que han pasado miles de visitantes.

El auge de estas reconversiones no ha pasado desapercibido en el Ajuntament d’Inca. El alcalde Virgilio Moreno manifiesta que ««la transformación de estos edificios enlaza con el ADN emprendedor que hay en nuestra ciudad. Es un empuje que nunca se ha perdido y que ahora se manifiesta en nuevos proyectos, que serán muy positivos para Inca». Por su parte, el regidor de Urbanismo y Patrimonio de Inca, Andreu Caballero, destaca «la recuperación del patrimonio industrial local que conllevan todos estos proyectos».

Punto de vista
Joan Socies

Inca tiene un color especial

Joan Socies

Inca tiene un color especial. Inca sigue teniendo su duende. Si me permiten parafrasear a Los del Río les diré que me ha venido la canción a la cabeza después de ver, a diario, el movimiento (tragí) que realiza de un tiempo a esta parte el Consistorio de Virgilio Moreno. Hace unas semanas estuve en la Fàbrica Ramis para escuchar dos de los arquitectos punteros de Balears. Allí me di cuenta de la magnitud empresarial, cultural, social que vive la capital del Raiguer. Sin duda Inca tiene su duende.