El 2 de diciembre de 1852 se derrumbó parte del muro del Palau y dos viviendas anexas habitadas.

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Sineu tendrá desde ahora un memorial del ‘aiguat de Santa Bibiana’, un suceso que conmocionó a toda la población y que aún permanece vivo en la memoria oral de los sineuers. El 2 de diciembre de 1852, un aguacero de gran magnitud provocó el derrumbe de una parte del muro que rodea el monasterio concepcionista, conocido como el Palau dels Reis, y causó la muerte de tres niñas: las hermanas Joanaina y Magdalena Mates i Puigròs y Magdalena Niell i Gelabert.

Homenaje

El pasado fin de semana, coincidiendo con el 170 aniversario de aquél fatídico suceso, el Ajuntament de Sineu colocó una piedra tallada adosada al muro del Palau con una breve descripción de los hechos, justo en el punto donde ocurrió la tragedia, en la calle Reverend Arnau Ramis. El historiador Joan Vanrell condujo al grupo de vecinos que se acercaron hasta esta calle del casco antiguo y rememoró este capítulo, uno de los más trágicos de la historia de Sineu. El alcalde de Sineu, Tomeu Mulet, también participó en el pequeño homenaje que, casualmente, se celebró bajo la lluvia. «La instalación de la placa pretende dar a conocer los hechos ocurridos y rendir homenaje a los hombres y las mujeres que contribuyeron a sacar adelante el pueblo después de los daños ocasionados; también tener un recuerdo especial para las tres niñas que perdieron la vida», apuntó Mulet.

Por su parte, Vanrell añade que «aquel aguacero también causó numerosos daños en sa Pobla y Manacor, municipios donde se conmemoran estos hechos, pero en Sineu no se había llegado a rememorar». Aquel desastre meteorológico, cuyas consecuencias probablemente se agravaron por la falta de infraestructuras y medios propios de finales del siglo XIX, provocó no solo la caída de parte del muro del Palau, sino que éste, al ceder, arrastró consigo dos viviendas anexas, provocando la tragedia.

Los hechos

Las crónicas de la época descifradas por el investigador Joan Vanrell señalan que los episodios climáticos se prolongaron durante toda la noche del 1 al 2 de diciembre como una sucesión de tormentas, granizo, vendaval y finalmente, un gran aguacero que convirtió las estrechas calles del casco antiguo de Sineu en «verdaderos torrentes».

Los vecinos se volcaron en despejar los escombros de las casas derruidas y liberar a las víctimas, entre ellas una mujer que salió con vida, y las tres niñas fallecidas. «Fue tan grave el suceso que el día 4 acudió el Gobernador civil de Balears, Josep Manso i Juliol a visitar el lugar acompañado por el ingeniero civil Antonio López, quien ordenó demoler las partes del muro del Palau más dañadas y retranquear el resto.