Los restaurantes ya estaban llenos a mediodía y la zona de ocio nocturno se ha hecho notar desde primera hora de la tarde. | M. À. Cañellas

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El regidor de Fires de Inca, Antoni Peña, aclaró que el Dimecres Bo de este año iba a ser «como el de 2019», dando a entender que después de dos años de restricciones había llegado el momento de regresar al evento multitudinario en el que se había convertido la revetla del Dijous Bo en la última década. Los hechos le han dado este miércoles la razón y a la hora del almuerzo los cellers han presentado un llenazo que se ha repetido por la noche. La mayoría funcionan con reserva y turnos, aunque hay algunos como el de Ca’n Marron que opta por no guardar sitio, algo que no ha impedido que no quedara ninguna mesa libre.

Como es tradición, la cocina mallorquina ha triunfado en los cellers aunque, gracias al impulso que nuevos bares y restaurantes han dado a la capital del Raiguer en los últimos años en cuanto a innovación, quien ha querido ha podido degustar cocina asiática, gallega, de autor,..., sin olvidar los puestos de venta ambulante. Para este jueves se espera otro llenazo en los bares y restaurantes inquers, aunque algunos restauradores reconocen que desde hace unos años la jornada del Dimecres Bo llega a ser aún más beneficiosa que la del jueves.

Y eso sin olvidar que también se ha popularizado  entre los empleados de empresas que estarán trabajando tanto el Dimecres como el Dijous Bo la celebración del almuerzo conjunto en martes, con más calma. En los puestos de venta ambulante que se reparten a lo largo de la muestra firera del centro volvió a haber quejas por parte de algunos clientes que encontraron cara y de mala calidad la comida de algunos vendedores, principalmente de los que ofrecen carnes asadas bajo una carpa y en la que no aparecen los precios por ningún sitio, solamente si se piden o al llegar la cuenta.

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Por otra parte, han triunfado otros tenderetes ya clásicos que en las tres ferias previas al Dijous Bo lograban colas de más de veinte personas para adquirir y disfrutar de sus especialidades. Es el caso del de las patatas rellenas, el de la comida típica alemana o las diversas hamburgueserías que siempre están presentes en la gran feria de Mallorca. En cuanto a la zona de marcha, la actividad ha regresado a los locales de ocio nocturno de la calle del Born y de s’Àngel. Cabe recordar que las restricciones sanitarias del año pasado obligaron a celebrar las fiestas nocturnas en el patio de armas del cuartel General Luque y en la plaza de toros, con menos participación de la esperada en un principio.

Como sucedía antes de la pandemia, las calles que concentran la marcha han estado repletas desde primera hora de la tarde, pues este año se ha permitido volver a instalar barras en el exterior y los bares tenían permiso para abrir hasta las cinco de la madrugada. Al cierre de esta edición no se habían producido incidentes y tanto en el interior de los establecimientos como en las calles colindantes los más marchosos disfrutaban de una noche de revetla multitudinaria. Los horarios especiales de tren también ayudaron a quien quiso alargar la noche sin correr peligro en la carretera, pues había trenes hacia Palma, sa Pobla y Manacor hasta las cinco.