Homenaje con flores y velas a las 13 víctimas de la riada que devastó el Llevant hace cuatro años. | M. À. Cañellas

TW
1

Pensábamos que había llegado el fin del mundo». El 9 de octubre de 2018, entre las 19.00 y las 19.15 horas, el caudal del torrente de Sant Llorenç se desbordó por la fuerza de las lluvias y alcanzó los 4,5 metros de altura. Pasó de 70 metros cúbicos por segundo hasta los 513 en solo 15 minutos. El agua avanzaba a una velocidad de 50 kilómetros por hora. Imparable.

El municipio, de unos 8.400 habitantes, quedó arrasado por el agua. La riada se llevó por delante centenares de vehículos, entró en una gran cantidad de casas y mató a 13 personas, entre ellas un menor, Arthur Robinson Lliteras, de 6 años, que fue localizado tras ocho días agónicos de búsqueda.

Este domingo se cumplen cuatro años de la peor catástrofe de las últimas décadas en Mallorca. El fantasma de la torrentada sobrevoló el pasado viernes Sant Llorenç con el sonido de las sirenas por las lluvias que azotaron el Llevant, pero quedó en un susto. No tuvo nada que ver con lo que ocurrió la tarde del 9 de octubre de 2018 en la que la localidad se apagó por completo.

«Está todo oscuro, la única iluminación que vemos en todo el pueblo es la de los rayos», comentaba un vecino. Los equipos de emergencia llevaron a cabo más de 450 rescates de personas aquel día. Los vecinos, desesperados, se subieron a los árboles o quedaron bloqueados por toneladas de escombros que cubrían la zona cero del desastre. Los daños fueron millonarios y el Gobierno declaró el municipio zona catastrófica. El verdadero alcance de la riada se vio al amanecer. Sant Llorenç se tiñó de marrón. Los vecinos sacaban a la calle sus muebles y electrodomésticos para intentar salvarlos del paso del agua. Los coches de muchos de ellos estaban destrozados. Numerosas viviendas también sufrieron importantes daños en su estructura y centenares de ellas quedaron inundadas.

La riada engulló trece vidas, vecinos de Sant Llorenç, Artà y Manacor: Bernat Estelrich Santandreu, Rafel Gili, Joana Ballester Femenías, Biel Mesquida Salas, Anthony y Delia Green, Juan Grande Sillero, Mike y Petra Kircher, Andreas Körlin, Tine Noig Orotella, Joana Lliteras Planas y Arthur Robinson Lliteras. La mayoría de las víctimas mortales fallecieron ahogadas por la tromba de agua que dejó Sant Llorenç a oscuras. El alcalde, Pep Jaume Umbert, aclaró que este año no se realizará ningún acto para no ahondar en un asunto todavía doloroso para los residentes del municipio. El pueblo se quedó a oscuras el 9 de octubre de 2018 tras el diluvio, pero como cantaba The Smiths There is a light that never goes out [Hay una luz que nunca se apagará]. Las treces luces nunca se apagarán.