Panorámica de la gruta natural reformada que está ubicada en dominio público entre Cala Vinyes y Cala Falcó.

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El expropietario del equipo de fútbol inglés Newcastle, Mike Ashley, que tiene una mansión ubicada en un acantilado entre Cala Vinyes y Cala Falcó, en Calvià, se ha adueñado de una cueva natural que ha sido reformada para albergar un espacio de ocio, con muelle incluido, pese a estar situada tanto en dominio público como en la zona de servidumbre de protección de Costas. A la cavidad solo se puede acceder por unas escaleras que bajan desde la lujosa villa o desde el mar, porque los chalets construidos en el litoral hacen casi imposible el paso por tierra.

La entrada de la gruta está cerrada por varios muros de piedra y hay un acceso hasta el embarcadero. Imperial Properties, la agencia inmobiliaria que tiene la propiedad a la venta por 35 millones de euros, anuncia en su página web que la casa tiene una «cueva privada» con diversas terrazas. Sin embargo, en el Catastro se puede consultar que la parcela no incluye este espacio que hace más de veinte años servía como discoteca. Ashley es propietario del chalet, como mínimo, desde 2016, según el rotativo británico The Sun, y continúa siéndolo, como confirman varias fuentes del sector inmobiliario a Ultima Hora. El británico es dueño de una gran empresa de material deportivo y vendió el Newcastle el año pasado por 300 millones de libras.

El Ayuntamiento de Calvià desconoce el caso y alega que es competencia de la Demarcación de Costas en Baleares, que a raíz de la consulta formulada por este diario ha solicitado una inspección e informe al vigilante de la zona para que compruebe si las obras de reforma se han hecho recientemente y si las ha realizado siendo Ashley propietario. El organismo informa de que el empresario pidió una concesión para ocupar el dominio público en 2019, pero la petición no se envió al Ministerio para la Transición Ecológica hasta este agosto.

Mike Ashley. Foto: EFE/L. PARNABY

La mansión actual se construyó en 2007 y las reformas se hicieron hace unos años, aunque el acceso privado existe, como mínimo, desde 1984, según se puede observar a través de los mapas disponibles en la Infraestructura de Dades Espacials de les Illes Balears del Govern. Esta página web permite ver la evolución del Archipiélago desde 1956 hasta la actualidad. A finales de los años cincuenta no existía ninguna estructura en este punto y no es hasta la siguiente fecha disponible (1984) donde se puede ver una edificación y la bajada que conduce hasta la gruta. La privacidad del lugar ha facilitado que la apropiación de la cueva y las reformas hayan pasado inadvertidas al público.

Discoteca histórica

Desde los años setenta, y hasta, como mínimo, los noventa, la cueva fue usada como una discoteca con el beneplácito de los propietarios de entonces. Un camarero que trabajó en una de las fiestas que se hizo en la cueva a principios de los noventa, y que prefiere mantener su anonimato, recuerda que el personal bajaba por la escalera. Los clientes, en cambio, llegaban en barco al muelle y los traían de Magaluf y Palmanova. En total, en la fiesta que rememora se congregaron unas 300 personas. «En la sala principal caben unas 100», explica, y asegura que incluso había baños. La fiesta en la que trabajó empezó a las 8 horas de la mañana y acabó sobre las 14 horas. «Servía como after», puntualiza, y dice que la organizó gente de una conocida discoteca de Calvià. La misma fuente consultada asegura que hace unos años un extranjero planteó, sin éxito, convertir la gruta en un restaurante.

Punto de vista
Francesca Marí

La costa solo para algunos

Francesca Marí

La historia parece que se repite una y otra vez. Son zonas de dominio público marítimo terrestre pero en realidad se han convertido en espacios exclusivos para unos ‘agraciados’. En la Costa dels Pins tuvimos un claro ejemplo con una piscina de uso privado. Ahora lo vemos con una cueva natural que ahora puede ser una «cueva privada» para aquellos que tengan los 35 millones de euros que cuesta la mansión de Ashley. Está claro que en la costa insular todavía queda trabajo por hacer.